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tólico de las misiones en las Antillas, almacenaba

1nercancias, cargaba buques, tenia un banco público,

comisionados y contadores, y jiraba. su papel que

me~

recia gran crédito en todas las ciudades con1erciantes

de Francia y de tóda la Europa.

"El jiro sufeió un gran contraste por las

hostilida~

des inesperadas de los ingleses, y los banqueros tu–

vieron que

recun~ir

al P . Sacy, procurador general de

las 1nisiones, que

te~ia

en París la correspondencia

del P. La-Vallette. El escribe

á

Roma; pero hubo una

fatalidad en el negocio: el P . general acaba de morir,

· y

la eleccion del sucesor peclia tiempo;

cuando ya

eleji.do

dió órden para que se nünistráran fondos, no

pudo evitarse el escándalo, y los jesuitas retiraron su

apoyo

á

los que en alguna manera, no eran mas que

testas. Cuatro años pasaron en dilijencias sumisas

y

aun suplicatorias, que al cabo pararon en amenazas,

y

comenzó el proceso. Los jesuitas cometieron la mas

grande falta, ·y fué variar en las defensas. Toda la

sociedad estaba intimidada. Dijeron de contado que

las negociaciones 8.e La-Vallette no debían interesar

sino

á

la casa de la Ma.rtinica; despues, que no era la

casa la culpable sino La Vallette, como violador de

los cánones de

la

Iglesia., que prohibían el comercio

á

los relijiosos;

y

1nezclaron

á

sus escusas una especie

ae ironia, ofreCiendo

á

los acreedores celebrar segun

su inteneion el sacrificio ele la 1nisa: lo que redobló la

cólera de los desgraciados padres de fan1ilia. Pero co–

mo los padres insistían en no reconocerse solidarios

en el empeño de La-Vallette, ofrecieron demostrar ·

por sus constituciones, que la sociedad en general no

era propietaria,

y

qqe los bienes pertenecían

á

cada

casa ó colejio; fué aceptado el ofrecimiento, y se or–

denó que las constituciones fuesen presentada.s. El

negocio era de tal naturaleza que podía ser llevado al

gran Consejo, Tribunal rilenos tmnible para los padres;

pero acometidos de un inesplicable vértigo, tuvieron

á

honor aceptar por jueces

á

sus ene1ni.gos declarados.

El Parlamento condenó

á

los padres

á

satisfacer soli–

dariamente

á

los acreeüores del P .La-Vallette; y encon-