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y

que las hallaron exactas,

y

copiados palabra por

palabra los

t~xtos

citados, invitando

á

cuantos qui–

sieren hacer por sí m] smos la confrontac] on para sa–

tisfacerse,

y

los que aceptaron la invitacion, quedaron

'

satisfechos. Poco antes ele su mnerte decia Pascal,

respondiendo

á

un amigo-"léjos ele arrepentirme de

haber escrito las cartas provinciales,

l~.s

haría mas

fuertes. I-Ie nombrado á los autores de las proposi–

ciones abominables que he citado, como nombraría

al hombre que hubiese envenenado una ele varias

fuentes, para evitar que se bebiese esa agua, y uo se

creyese que era cavilosidad mia. Yo no he leido to–

tos los libros que cito, pues para ello habría emplea–

do una gran parte de mi vida en leer malos libros;

pero he leido dos veces á Escobar todo entero: los

demas los han leido amigos mios; mas no he citado

un solo pasaje sin haberlo leido por mí misrno erf el

libro, sin haber examinado la materia, y sin haber lei–

do lo que precede y lo que sigue, para no tomar una

objecion por una respuesta, lo que habría sido repren–

sible é injusto." El autor ele quien t omamos esta no–

ticia, observa ele su parte, que las respuestas dadas

á

las provinciales no han causado mengua al testimonio

que Pascal daba de su exactitud

y

buena fé: porque,

como decía estándo para morir-"yo no he tenido

otro motivo, que el interés de la gloria ele Dios

y

la

defensa de la verdad, sin ninguna pasion contra los

jesuitas."[172]

Sirva lo dicho de respuesta á las palabras del señor"

Federico Schlegel: quien, á propósit o de

Pasea~~

escri–

bía así en el capítulo 13, de su

histotia de la liteTatura

[traduccion _castellana]-"Las cartas provinciales de

Pascal ha.n llegado

á

ser clásicas en la lenga9, fr ance- '

sa, tanto por el ingénio que brilla en ellas, como por

la perfeccion del estílo; pero si uno quiere apreciarlas

segun su contenido y su espíritu, no merecen otro

nombre, que el de obra maestra del sofisma ...... ¡Y un

hombre como Pascal empleaba semej antes , armas

contra los jesuitas, únicamehte porque egtos no pen–

saban como él,

y

porque los detestaba personalmente!

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