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l?or otra parte, la democracia es, de Ías formas
de gobierno, la que mas necesita para ser próspera
y
du1:a'dera, que los ciudadanos conozcan sus deberes
y
posean ciertas virtudes cívicas, indispensables pa–
ra que en el ejercicio de la libertad no haya choque
de intereses encontrados, sino la mas completa ar–
monía; lo que se consigue difundiendo la instruccion
en las masas, cuidando Je inculcar en la generacion
que se levanta el amor de la patria,
y
desarrollando
desde temprano en las jóvenes inteligencias, las no–
ciones de honor
y
dignidad personal, fomentando el
apetito del bien;
y
haciendo que la sed de una con- .
ciencia mas
y_
mas extensa, no se extinga por las
ensefianzas de una dialéctica pervertida.
El Supremo Gobierno, por decretos de 26 de
J
u·
lio último, ha quitado á Jos padres jesuitas el local
de San Pedro, donde funcionaba el Colegio de la In·
maculada Concepcion, negándoles ademas el reco·
nocimiento oficial, como órden religiosa. Su con–
ducta noble
y
levantada, ha merecido aplauso de to.
dos los que se interesan por la patria
y
sus futuros
destinos. Toca ahora
á
las Cámaras Legislativas
dar una sol ucion mas amplia
y
radical al conflicto.
La Ley de la Convencion Nacional de 1855, está
sin duda vigente; porque siendo una ley particular
no ha podido ser derogada, sino por otra ley tambien
especial, lo que felizmente no ha. sucedido;
y
aun
cuando no se la menciona en la Constitucion de
1860, no ha perdido su vigor legal, como algunos
pretenden, por esta sola circunstancia, sin fijarse en
que, en la Carta política dé un pueblo, no pueden
consigqarEie sino las disposiciones de un carácter ge·
neral
y
permanente.
Pero es preciso ir .mas lejos, en atencion
á
los pe..
ligros que nos rodean,
y
al empe:ño indecoroso que
muestran los jesuitas en permanecer en un pueblo
que no quiere consentirlos. Es indispensable
decr~tar
a