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ioo1Jalmont r proba<las como la del pecado
fi–
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1
p c1re
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, para quien son actos ino–
nt s 6 de una culpabilidad venial, delitos exce–
ra l
qu
e a. ignn :everamente
todas las legisla.
i n . ; un
bom.br, dice, que mnta
á
otro aunque
pi n
que
ha obrado mal, si juzga que lo que ha
he ho no e
m~s
que un mal ligero, no peca grave–
lUonte;
y
el adultero
y
homicida apercibiéndose bien,
pero sin embargo, de una manera imperfecta
y
su–
perficial, de la malicia
y
gravedad de esos actos, por
grande que sea la materia no peca, sin embargo sino
lig ramente.
En este sistema protervo todas las partes se cor·
r sponden con una conformidad admirable por eso
al lado del probabilismo
y
del pecado filosófico se en–
·cuentran la mentira, el equívoco, el robo
y
la com•
pensncion secreta.
No hay inconveniente, dice Plntellius, para afirmar
qu
lo falso pueda
hacer.seevidentemente creíble de
una evidencia im
perfecta,suficiente sin embargo
para convencer
á
gentes groseras; corno tampoco
para decir que eso repugne
á
la providencia divina.
¡E admirable el
~ntusiasmo
con que enseñan,
á
s rvirse del equívoco,
á
fin de engañar sistemática–
m nte
á
sus semejantes!
¿
Con qué esmero traza el padre Fill ncius sus
r glas par.1 no ser sorprendido, como cinicamente
di
, en flagrante d lito de sinceridad?
n el a o de que el sentido amfibológico de las
fr<\ '
no , a suficiente para producir el equívoco,
u an do la re triccion m ntal recomendada por el
padre
obat, enseñando así:
si
habeis muerto
~