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quemada por las manos del verdugo, produjo todos
sus efectos, en cuanto al desprestigio de la Orden.
Gracias
á
su poderosa organizacion tuvieron pron·
to de su parte las riquezas, las influencias sociales y
el número extendiéndose por doquiera sin encontrar
resistencias. Ya se habian apoderado de España,
Portugal, Inglaterra, Italia, Alemania, Francia, In.
di a,
N
uevo Mundo, principalmente del Vireynato
del Perú, del Brasil
y
del Paraguay. Marchaban
atrevidamente
á
la conquista del mundo cuando el
crímen de Chátel, en que estuvieron complicados, los
señaló cotno regicidas, motivando su expulsion del
reino de Francia. Volvieron pocos años despues
2
por
que, cediendo el Monarca
á
las súplicas de su con–
fesor y á las instancias del Papa, decretó su resta–
blecimiento, contrariando los consejos de Sully, para
morir seis años despues bajo el puñal de Ravaillac.
No narraremos uno por uno
y
con todas sus cir–
cunstancias los hechos cometidos por la Compañia
de Jesus, por ser tarea demasiado larga
y
agena qui–
zá al objeto y naturaleza de la presente publicacion,
limitándonos solo
á
recordar, 1nuy de ligero, que
los procesos escandalosos como el de la penitenta
Catalina Cadiere seducida por su confesor el padre
Girard; sus quiebras fraudulentas como la ruidosí–
sitna del jesuita Lavalette; sus intrigas políticas
y
los trastornos que suscitaron en todos los Estados,
die1·on lugar
á
que estallase una tremenda tempes–
tad sobre la Orden, no
~olamente
en Francia, Espa–
ñ::t,
Portugal, Sicilia, Parma, sino en Roma misma,
viéndose expulsados de Amberes en 1578 como per–
turbadores del reposo público; de Holanda en 1598
por haber intentado asesinar
á
1\!Iauricio de Nassau;
de Bohemia en 1618 por corruptores de la juventud;
de :Nioravia en
1619;
de Malta en
1643;
de Rusia en
1723; ele Portugal en
1759,
cuyo Rey había sido
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,