32
·ní
OR:rA EC[LESrÁST1CA.
c@nvites ocultos
y
misteriosas reuniones
c@me·tían
erímenes
horribles; asesinaban
á
un niño, comían su carne,
bebían
su san–
gre
y
se eNtiregabam
á
los mayeres
exce–
sos.
Finalmente,
aseguraban
que el Orís–
tia.nisn'Hi>era un t>bstácult> para la prospe- /
rielad
del
Imperio; que en materia
de
re–
lig·ión era
abominable
toda innovacióu, qne
Jos hombres
sensato~
debían seguir la re–
ligión es·tablecicta en su patria, pt>rque esa
es la
enseñada
por
Dios;
y
~ue
siendo
el
Cri:;tianismo una religión euterament4=' nue–
va,
debía
ser
proscrita
y
sus sectarios ex–
tlerminados.
Perseenciones 11or los
Em1>eraclor~s.
-
Participanuo
lo
emperadores de las opi–
niones <le
fos
s~t
io$,
y
también para hala–
gar ·
al
pueble>, decretaron frecuentes y san–
grientas
1'ersecu.cio1 es
conttrai
]os Cristia·
nos.
Aunque estas fueron 1.nucbas, l'ls his–
toriadores las han re(·lucid.o
á.
diez que son
las
priacipales: la primera por
Neron,
la
segn11cla
por
Dom·iciano,
la
terc@ra
}>Or
Tra–
jano, la
cuarta p-&rJ\1:arco-A11.11reli@,
lrti
quin–
ta
por
Séptimo-Severo,
la sexta por :Th1axi–
mino, la séptima por
Decio, la octava
por
Valeria110, la nov@na
p<i>r AmreHo
y
la
dé–
cima. por I;>focleciauo, que por haber si<lo
la.
más ertiet ·fné ll
1
amada
Era de los
'JJ!át··
tires.
Primera
p€rsecucion.-Neron,
cuyo
nom–
bre ha.wasaido
á
la posteridad como iel sím–
bolo ele
la
p,erve.FSidaJ,
fué el ¡)rimer per-