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<:ilSTORIA. EOLESlÁSTlCA
.
.
Décima
persecuci(m.-El Empe-rador Dio–
clesiano, persuadido de la necet.iidad de dar
unidad al degenerado Imperio Romano, se
vió en la alternativa de hacer que la 1·eli–
gión cristiana fuese la .dominante, ó des–
truirla para hacer prevalecer el paganismo• .
.Ad·optó el segundo partido;
y
á principio
del siglo cuarto (303) decretó Ja d·écima
persecución, en cuyos
edicto~,
además de
obligar á los Cristianos á renegar de su fé,
se mandó encarcelar
á
los obispos, quemar
los libros sagrados, demoler las iglesias
y
vender sus bienes en subasta pública. Fué
tan grande el número de los mártires que
en
e~ta
época perecieron'
y
tan atroces los
tormento., que se invent9arGn, que la Igle.
sia ha dado
ái
~
ta perseeuei6n el nombre
de
Era de los
~ártires.
El historiador Eu–
sebio dice
qu~
e-n Egipto fueron separadas
tantas cabezas del tronco en un solo día,
que el hacha quedó embotada
y
Jos verdu–
gos se vieron obligados á alternarse;
y
La.c–
tancio asegura que de Oriente
á
Occid~nte
el mundo fué anegado en sangre. Les sa–
cerdotes fueron arrastrados al suplicio sin
escucharlos siquiera; los fieles, sin distin¡
ción de edad ni sexo, eran arrojados
á
las
llamas,
y
cuando eran muchos se les amon–
tonaba sobre las hogueras; en una ciudad
de Frigia los cristiruios se refugiaron en la
Iglesia,
y
en ella fueron quemados sin es–
capar uno solo; los
~sclavos
cristianos eran
arrojados al mar con piedras
atad~s
al ca.e-