VIl
mulo de paralogisrnos, truncaciones, interpretacio–
nes
y
contradicciones que.contienen,
y
necesitan de
un trabajo mas largo que el que al presente po–
demos etnprender.
M~s
como yo fundo mi dis–
curso en los principios facultativos, y recorro el
origen
y
progreso de la cuestion, habiendo puesto
todo cuidado
~n
no asentar nada que no vaya apo–
yado en buenas pruebas, aunque reducido todo
á
un pequeño bosquejo, el lector imparc-ial podrá fa–
cil!llente comparar, pesar
y
juzgar.
lJn punto ha debido llamar singularmente nú
atencion, que por su generalidad podrá quizá pare–
cer á algunos como una digresion ; y es sobre la
incompetencia de la potestad secular.. para conocer
asi de este como de los demas negocios eclesiásticos.
Es punto de la n1ayor itnportancia, y tanto mayor,
cuanto ha sido mas grande el desorden que ha ha–
bido en la práctica.
No hay mal que sea comparable en la sociedad
con la confusion de los poderes. Si es vicioso el sis–
ten1a de gobierno, si las autoridades se suplantan
unas á otras, si los asuntos religiosos se confunden
con . los políticos,
y
se rigen por el poder civil, no
queda tér1nino á los males, no hay dique que opo–
ner al torrente de consecuencias desastrosas que de-
.hen seguirse. Que escritores atrevidos
ó
impíos di–
fundan errores
y
doctrinas falsas; _que proyectistas
solapados forjen planes de gobierno y refundan á
su modó la disciplina contra el orden
y
espíritu de
ella misma ; y que en fin se conspire por todos
medios á desquiciarla bajo las apariencias mas im–
ponentes, el católico está segurísimo de que todas