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. ya la Iglesia de Jesucristo la que tengan los hom–
bres, sino una Iglesia política, una Religion huma–
na, que- toma el carácter de las demas instituciones -
de los mortales. Asi éstos la mirarán corno un ins–
trumento político,
y
una de las dependencias del
gobierno civil,
y
no corno una institucion -divina
y
sobrenatural, que les represente por gefe
y
cabe-
za de eila al mismo Jesucristo,
y á
los Vicarios que
en nombre y répresentacion suya ejerzan la autoridad
que les haya dado. Asi desquiciando el plan de la
Religion se pervierten todas las ideas, se equivocan
los fines con los med[los,
y
este desorden destruye
recíprocamente el gobierna civil, destruyendo el re–
sorte mas poderoso que tiene para asegurar su estabi–
lidad
y
mantener el orden social; resorte, que en
tant~
puede servir
á
este fin, en cuanto los espíritus esten pe–
netrados de la idea de su divinidad
é
independencia.
Porque las leyes
y
todas las disposiciones huma–
nas son insuficientes para hacer
á
los hombres rec–
tos
y
justos, si el freno de una Religion celestial no
reprime sus pasiones
y
los hace atentos á sus-debe–
res. Si la· voz de la religion no suena en las con–
ciencias, la república no será sino un caos de enga–
ños, de simulaciones
y
de injusticias, pues las leyes
se eluden
y
desprecian con la ma)'Or facilidad, los
delitos se aumentan al paso que la moral decae; en
fi-n, no habrá amor al público ni
á
la patria, por–
que prevalecerá el amor propio
y
el interés perso–
;nal., que es el ídolo al cual se sacrificarán todas las
virtudes. Por otra parte, las mismas leye? humanas
carecen de nervio
y
valor si no se enlazan
y
se apo–
yan en otra ley anterior
y
superior á ellas. Esta ley