IV
de ·la Iglesia,
é
introduciendo en ella la anarquía:
en una palabra , pretestando la reforma de abusos
y
la reunion de los protestantes con los católicos,
quiso hacer protestante la Iglesia Católica. El segun–
do, tomando p'or asunto (con ocasion del rompi–
miento
é
incomunicacion de la corte de Portugal
con la de Roma) la defensa
y
reintegt·acion de las
facultades de los Obispos y Arzobispos contra las
reservas Apostólicas, señaladarnente en el punto de
confirn1aciones, adoptó las n1ismas máxin1as del Fe–
hronio,
é
invitó á todos los Prelados
á
romper' los
lazos que les unian con su cabeza' lisqnjéandolos
con una autoridad ilimitada
é
ilimitable.
El sistema de deprin1ir y desautorizar á los
Papas no era cosa nueva : babia sido el blanco de
los hereges de todos
tiempos,
y
n1uy particular–
mente de los- protestantes. Pero estos á lo menos se
mostraban enemigos declarados sin rebozo
y
sin
disfraz,
y
no disimulaban la heregía. Mas que hom–
bres 'en el seno de la Iglesia, tenidos por católicos,
y
con capa de tales aspirasen al mismo térn1ino,
usando de todos los medios de un refinamiento cap–
cioso, estaba reser'vado para un tiempo
y
para una
secta, cuyo carácter es el artificio
y
la hipocresía,
para inspirar con ella el aliento venenoso de su
d.octrina.
Sin embargo, estas y -otras obras semejantes, aun–
que escritas mas
~ien
para corron1per los esp-íritus
que para ilustrarlos, se ha procurado extenderlas
entre nosotros por unos modos y medios, que no
dejan duda de los fines á que se aspiraba. La del
Febronio
se in1primió subrepticiamente en Madrid