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-37-

los hombres, que en el siglo

XVI

protestaron,

habian creido en est

verdad evangelica, y habian recibido el sacramento de la confesion.

Lutero y Calvino la habían frecuentado

y

administrado con prove–

cho en los principios de su sacerdocio;

y

el primero habia sido el

maestro

y

defensor de su

institucion divina

hasta el año de

fof

7 en

la cátedra de Teologia de la universidad de Witemberg. Y sin

embargo, este hombre presuntuoso, obcecado por sus pasiones toma

la

dictadura divina

y

se constituye

Reformador

de las creencias del

cristianismo, que él mismo habia respetado,

y

enseñado;

y

con un

tono teocratico que asombra, dicta con respecto á los santos Sacra–

mentos las siguientes medidas : «Por de pronto niego que para mi

«

haya siete sacramentos;

y

quiero que

solo por algun tiempo

se es–

«

tablezcan tres, el Bautismo,

LA PENITENCIA,

y

el Pan (1).-

»

Cree–

ría Lutero, segun se vé, que los dogmas cristianos se podiari fun–

dir como la cera en la caldera, para sacar

y

formar de esa masa las

entidades sacramentales que mejor se acomodáran ásu gusto. Come

quiera, el Fundador de la

reforma

en el principio admitía

y

estable~

cia

para

y

su protestantismo

el Sacramento de la Confesion

n

No tardó en columbrar el Jefe de la revolucion religiosa que el

simbolo, que acababa de dictar, no podía guardar ·armonía con su

conducta moral. La severidad de la Penitencia debía de constituir

un choque constante

y

en sumo grado desagradable con eJ desen–

freno de sus pasiones

y

de la.s de aquellos que seguián sus huellas.

La altivez de su soberbia, los arranques de su genio iracundo,

y

la indómita voluptuosidad que conculcaba lo mas sagrado de la

Religion, no podian simpatizar con la humildad, el arrepentimiento

mento,

y

s9lo negaban que por él se perdonasen. los crímenes mas graves;

ó

ad–

mitian que los sacerdotes justos no mas podían absolver de los pecados. Sola,mente

Wiclcf

y

Pedro de Osma negaron que la confesion fuese necesaria de precepto di–

vino; sin que por esto dejesen de confesar su antigua existencia en la Iglesia.

(i )

«Principio neganda mihi sunt septcm Sacramenta, et tantum tria

PRO TE 1\1-

,. PORE

ponenda, Baptismus,

POENITENTIA ,

et

~nis. "

In lib.

de Captiv. Babil,

init.