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»

prueba hasta la evidencia, que él habla de una confesion que no

)>

debe hacerse

á

la ligera,

y

como por juego? al primero que se

»

presente; pero que debe hacerse sériamente

á

los que sean fuer–

»

tes,

y

que sepan soportar las enfermed·ades de los débiles. Los

»

Romanos,

á

quienes S. Pablo escríbia, no eran sacerdotes;

y

»

ellos eran, segun S. Basilio, aquellos que debían soportar las

»

enfermedades de los débiles; po1; lo que, el pasaje citado por

»

S. Basilio, no puede, en manera alguna, ser interpretado por

»

confesion al sacerdote. Habla de la confesion del pecador

á

al–

>>

gunas almas buenas para su humillacion,

y

para rogar junto con

»

ellas é implorar·la miseri¿ordia de Dios; pero sin expresar ní el

>>

numero ní las círcunstancias

á

sacerdote, quien,

á

su antojo, os

»

absuelva

ó

des.pida (

1).

»

Si San Basilio no hubiese hablado de ]a confesion en otro lugar

fuera del precitado, pudiera el Sr. De Sanctis,entrar en polemíca

sobre el sentido de este pasaje, si en él habla

ó

no el santo Doctor

de la confesion al sácerdoté ó

á

algunas almas buenas

y

fuerte.; :

pero desde que S. Basilio explica termínantemente

y

con repetía

cion en varios pasajes, que habla de la

confesion al presbítero,

cosa

que no podía ignorar nuestro adversario só pena de acreditarse de

· ignorante : entablar cuestion sobre el genuino sentido de este ulti–

mo pasaje del Santo Padre, paralelo

y

alusivo

á

los demas disemi–

naqos en sus obras

1

es tratar de alucinar

á

sus lectores bajo el velo,

que nuestro

síncero

controversista les echa al rostro·,

de que no

quiere inducir

á

nadie al error.

El mismo texto en cuestion decide,

por su claridad?

á

favor de la

doctri.na

catolica. Se habla en él de

los

médicos espirituales

encargadós en la Iglesia de sanar los vicíos

de los enfermos en el alma; se habla de los que San Pablo llama

los fuertes encargados de soportar las enfermedades de los débiles;

y

nadie ignora sean los Prelados

y

sacerdotes,

á

quienes San Pablo

(:1)

Ensayo,

c.

o,

p.

48.