Previous Page  158 / 392 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 158 / 392 Next Page
Page Background

-

14.8 -

predicada,

como la

palabt·a de Dius escrita :

y

aun parece, que San

Pablo daba cierta antelacion

á

aquella sobre esta, cuando dirigia

á

los fieles de Tesalonica estos üocumentos:

Hermanos 1nios_, estad

firmes

en la fe,

y guardad

LAS TRADICIO;\TES

que aprendisteis; ora

por medio de la predicacion_, ora par nuestra

E

pistola

(

1).

Unos testimonios biblicos,que hablan tan altamente

á

favor de

la

palabra de Dios tradicional,

irritan sobre manera á los exaltados

encarecedores del

Evangelio puro_,

y

no alcanzan ser parte

á

refre–

nar el nauseabundo lenguaje con que tratan de desacreditarla. Como

si fuera licito insultar el Evangelio en nombre del Evangelio

t

Como

si la palabra de Dios pudiera luchar contra la palabra de Dios, cual

protestante con el catolico!

1

Lo mas chocante es, que uno de

ellos, el Dr. De

Sanctis~

que llama

palabra de los hombres, tradi–

ciones ele hipócritas

y

abusos papales

á

la palabra de Dios predicada

por Jesucristo

y

sus Apostoles para ser trasmitida

á

la posteridad

por un magisterio conservador de su integridad

y

pureza bajo la

tutela del Espíritu Santo, prometa echar mano de ella,

contenida en

los Padres

y

en la historia de la Iglesia,

cua,I

argumento poderosísimo

para demostrar, que ni en los tiem11os apostolicos

_,

ni en los primeros si..

·

glos de la Iglesia se halla la confesion auricular_, pues ya no es tiempo

de imponer con audacia, ni eón las charlas de los theologos

(2).

Si bien

el pobre proscrito no ha podido llenar su compromiso porfalta de

re~

cursos, dejándonos en la picante curiosidad de saber, qué se decía en

los tiempos Apostólicos

y

en los primeros siglos contra la confesion

auricular por

los titulados Padres de la Iglesia

y

la historia.

Compa–

descamonos de sus cortos alcances

y

tratemos de instruirle.

La divina Providencia había llevado al Príncipe de los Apostoles

desde la capital del pueblo de Dios, que ilustrára con la luz evan–

gelica, á la capital del mund-o pagano para convertirla de maestra

del error en discípula

y

preceptora de la verdad;

y

en el precioso

(i)

Thessai.,

e,

u, v.

!4. -

(2)

Ensayo,

cap. 4, p. 34.