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do ya perdida hasta la última moneda, inv.o–

caba y llamaba á los demonios pata que lle–

vasen su alma. Entónces se descubrió la

in–

fernal fiera, y abrazándole para llevarle al in–

fierno en cuerpo y alma, reparó tenia vestido

interiormente el Escapulario del Carmen; y

para quitárselo forcegeó tanto que lo levanta–

ba en alto, y peloteaba de modo que, reventó

las bóvedas y rompió las tablas del techo con

su cuerpo. El infeliz no hacia sino agarrar

bien su Escapulario y nombrar á la Santí–

sima Vírgen del Carmen: tanto y con tal e–

ficacia lo hizo, que de repente te le aparecis–

te, oh Madre preciosísima! en trono de nubes

coronada de resplandores y servida de ánge–

les, arrojaste al infierno el maligno espíritu

que lo atormentab&: derretiste al fuego de la

contricion al pecador tu devoto, y te lo llevas–

te

á

tu Orden del Carmen, para que fuese re–

ligioso. Estos triunfos tan propios de tu ma–

ternal misericordia, ¡cuántas veces los has re–

petido con mi pobre alma!

¡Qué fuera de mi,

Santísima María, sino fuera por tH

¡Cuántas

veces sacaste mi alma del infierno inferior y

me defendiste del enemigo que me iba á llevar!

Ea, Señora, abra yo los ojos algun dia, y sea

hoy antes que mañana. Alúmbrame si voy er–

rado, para salir de mi yerro y confesarme bien:

y concedeme lo que te pido si fuere para ma–

yor honra y gloria de Dios, Amen.