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mos Cardenales, salieron en comunidad á re–
cibirla: entrando la imágen á Roma, se repitió
el asombro del milagroso repique de todas las
campanas, y de la salud impartida á todos los
enfermos. El invícto rey de Nápoles D. Fer–
nando de Aragon, cuando volvió la imágen á
su reino, quiso saber por esperiencia los pro–
digios que pregonaba la fama.
Para esto hizo
juntar todos los enfermos: mandó vaciar todos
los hospitales : recogió todos los achacosos
que habíay pudieron venir de todos sus domi–
nios. Llenó con ellos todo un sagrado tem–
plo: ordenó se cantase una misa: y despues de
consagrar el sacerdote, cayó un rayo del cie–
lo, que corrió por todo el templo, no matando
sino sanando , y dando vida á los enfermos,
los cuales todos
pu~licaban
el milagro á voz
en grito.
A
este tiempo se repicaron por sí
mismas ó por manos de los ángeles, las cam–
panas de aquella iglesia. Y el rey con todos
sus príncipes quedaron poseídos de admira–
cien estática. Señora Santísima, asi celebra
el cielo tus
~lorias,
con fiestas, con fuegos y
con repiques , logrando la dicha de tus cam–
paneros los ángeles: siendo los convidados y
asistentes los Pontífices, Cardenales y los re–
yes; y gritando el viva de tus loores, no una
Marcela sola de la
turba~
sino la iglesia toda
en ella significada. Vivid, pues, en hora bue–
na dulcísima María: y entre tantas maravillas