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terio, una mano empuñando una espada, es

parte de tu carmelitano escudo. Ponme, pues,

junto

á

tí,

y

mas que todo el infierno pelee

contra mí. Nada temo, si tú me defiendes,

todo lo espero, si tú me patrocinas; con lo que

especialmente te pido si me conviene. Amen.

DIA SEXTO.

ORABION.

Sacratísima madre nuestra del Carmen.

Ciudad de refugio para todos los fieles

y

mu–

ro inespugnable de tus devotos. Abogada de

los pecadores en las causas mas desespera–

das, si estos ocurren con verdad

á

tus miseri–

cOI·diosas puertas. Dígalo en Lucena un man–

cebo díscolo

y

desenfrenado bruto que mató

á

su madre

á

fuerza de

pe~res:

que riñéndolo

su padre porque el día de su entierro se vistió

de colorado: embistió de él,

y

le dió en el co–

razon doce puñaladas. No contento con

ha~

ber quitado así la vida

á

los que le dieron el ser,

decerrajó arcas

y

gavetas

y

sacando toda la

hacienda de sus difuntos padres, la perdió al

juego de los dados, vomitando de su impía bo–

ca innumerables blasfemias: mató al colusor

que le ganó, con dos balas disparadas de una

carabina. Entabló despues en otra ciudad,

donde huyó, casa de juego

y

en ella una vez

se puso

á

jugar con el mismo Demonio disfra–

zado en la figura ele un mozo de mulas;

y

vien-