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tro se hicieron los sordos. Ni una sola

voz se levantó para pedir que se le abrie–

se. En dos escrutinios Emilio Zola re–

cogió ¡dos ceros!

III

El ilustre doctor Boissarie, presidente

de la Clínica y oficina Médica de Lur–

des, hablando el año pasado, en una

reunión de la Sociedad general de los

estudiantes de Lovaina, de los hechos

que cotidianamente tiene entre manos,

mencionó algunos pormenores de lo que

Zola había visto, oído y dicho

á

él per–

sonalmente: vale la pena de relatarlos.

He aquí las palabras del 8r. Boissarie.

"El año pasado

(1892)

la

~eñorita

Ama–

Jiu Chaignon vino á Lurdes. Tenía en

el talón una llaga supurante: la fístula

penetraba hasta el hueso, y la rodilla

eRtaba afectada por una tuberculosis de

las más evidentes. Los médicos de Poi–

tiers ensayaron los ordinarios procedi–

mientos. Nada lograron. Llega á Lur–

des. Antes que la paciente sea sumer–

gida en la piscina del agua de la gruta,

se examina su deplorablA estado. Su–

mérgesela una vez en el agua: nada.

Sumérgesela segunda vez, y héla aquí

Ranada en el instante. Ya no hay fístu–

la; la soldadura se hace regularmente;

la curación es completa., la nudosidad