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"Si el novelista penetra en nuestro
campo, no nos faltará cómo contestarle;
pues publicaremos los innumerables do–
cumentos que poseemos, coleccionados
muy escrupÚlosamente desde un princi–
pio en Lurdes é ignorados por muchos.
Nosotros no tememos la luz, deseamos
más bien que resplandezca á los ojos de
todos: y apelaremos á todos los doctos
del universo, cualesquiera que sean sus
creencias. Entonces la cuestión de Lur–
des tomará una nueva fase y el Institu–
to y la Academia de Francia estarán
obligados á estudiarla. Si el señor Zola
· puede ayudarnos para lograr este fruto,
nosotros le bendeciremos."
II
Y el suceso, disipadas las esperanzas,
ha justificado sobradamente las previ–
siones de los sabios. Veínte meses des–
pués de tanto bombo, el monte ha dado
á luz su feto llevado en torno en frag–
mentos por el Gil Bias de París, por el
New Yorch Herald de Nueva York y
por La Tribuna de Roma.
¿Y
qué apa–
reció? nada más que el ridículo ratonci–
to de Horacio, flaco y nauseabundo por
añadidura.
Todo lo que hasta ahora ha salido á
luz se reduce á asquerosas descripciones
de enfermedades, á una sarta de insul-