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ohos'reparan los templos, quienes despejan las calles, todos tra·
bajan, todos se afanan desde la aurora hasta el ocaso del dia, .
y
Arequi.parenace mas bella
y
mas fuerte de entre sus ruinas.
Aquel que, hace brotar la verdad del tronco mismo del error,
segun la expresion profunda de Cantil, hizo nacer la fuerza
del seno de la debilidad. ¡Arequipa! no lo dudes, la hora sus–
pi.rnda de tu engrandecimiento moral y físico ha sonado, y res–
ponder debes al llamamiento que la Providencia te hace. Ama
y
defiende
á
la religion católica cuya universalidad üompren–
de todoe los siglos, toclos los lugares, todas las naciones, es–
tudia sus divinas creencias, observa su santa moral, y así ja–
más dejarás de dar á las ciencias sábios eminentes, á la legis–
lacion jurisconsultos profundos, al pillpito oradores elocuen–
tes, á la majistratura respetables oráculos, al gobierno minis–
tros famosos,
á
la tribuna
y
al foro atletas esforzados, al apos–
tolado ilustres
y
celosos misioneros, al epíscopado insignes pre–
lados, á la milicia generosos mártires
y
á la patria excelentes
hijos. ¡A..requipa! ¡amada Ai·equipa! al darte mi postrer adios,
repetiré las palabras que el abad de Claraval dirijó á la ciudad
de Génova: "Jamás, jamás me olvidaré de tí, pueblo piadoso,
raza honorabilisima, ciudad ilustre,"
Los dos amigos continuaron el camino, llegaron
á
la quin–
ta, abrazaron
á
Don Eliseo, anciano venerab!e que lucia la ex–
periencia en cada cana,
y
en cada arruga ocultaba un desen–
gaño; se despidieron de él,
y
luego se separáron para no
verse mas...... ......