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de fuerza, de compensacion, ele auxilios y recursos, como sino
fuera un ser esencialmente religioso. L as sociedades moder–
n as procenden como si no hubiera Dios,
ó
como si el hombre
fuese Dios. Esto es, segun un sabio escritor un deicidio social,
ó
diremos mejor es un suicidio nacional. Pues la experiencia
nos enseña, qué no se suprÍI)le á Dios asi como quiera, el que tal
hace, se priva de la vida, introduce en
!S
mismo un principio
de muerte.
Gtúllernw.-Amigo
Gerardo, has de saber que la naturaleza
humana está formada de tal suerte, que jamás ha podido ser go–
bernada sin religion, en ninguna parte del mundo ha podido
subsistir social y racionalmente sin religion. No hay ejemplo
alguno en contrario. Además la grandeza ó decaden cia de las
naciones está en proporcion de su religiosidail ó irreligiosidad,
este es un buen barómetro para juzgar del estado aumentativo
ó diminutivo de los pueblos.
La Religion, como ha dicho Burke, es la base de la socie–
dad civil y el manantial de toda clase de bienes y de consuelos;
estamos tan convencidos de esta verdad en Inglaterra, que apénas
se hallarán noventa y nueve personas, entre ciento, que dejen
de preferir la supersticion á la impiedad. El hombre es por su
constitucion un ser religioso; el ateísmo no solo es contrario
á
nuestra razon, sino tambien á nuestro inRtinto,
y
no puede so–
breponerse á él por largo tiempo. Sacudiendo de nosotros el
Cristianismo, que ha constituido hasta el dia nuestra gloria y
nuestro consuelo, que ha sido una gran fuente de civilizacion
entre nosotros, así como lo es en tantas otras naciones, temería–
mos que viniera
á
sustituirlo alguna perniciosa y degradante
supersticion.''
Gerardo.-El'ltas
son exageraciones
y
vanos temores de
Burke, aunque por otra parte sea uno de los oradores mas vehe–
mentes y patéticos de que se gloria la tribuna inglesa.
Giúllermo.-Amigo
léjos de ser exageraciones y vanos te–
mores, es la mas espantosa realidad . El pueblo Francés, como
observa
IvI.
Thiers, en 1793 al instante mismo en que babia he–
cho voto de no creer en nada, se desmiente á los pocos días, y
el culto insensato de la diosa Razon, inaugurado al pié del ca–
dalzo, viene
á
probar que este voto era tan vano como inipío.
Describiré la fiesta iniciativa que se hizo en honor de la dio–
sa Razon. Al siguente dia de la memorable sesion en que se
abolió la Religion cristiana, se
ce~ebró
la fiesta de la Razon en
Notre Dame,
que se convirtió en templo de esta nueva divinidad.
Los artistas mas distinguidos de la capital, músicos
y
cantores,
se
mJ'n_~aron
asistir
á
la ceremonia, so pena de ser reputados