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Gera
rrlo-.Yohe recorrido la península espaúola
y
he Yisto
con sumtt satisfa.ccion sus numerosos y magníficos conventos
convertidos en cuarteles,
En
teatros, en fábricas y en otros edi–
ficios de utilidad pública; ya no es la nacion fanática
y
super–
ticiosa.
E liseo.-Confesad,
amigo, que os alegrais no de las glorias de
E spaúa sino de su ruina. Cuando los dcmu.gogos u.saltaron los
conventos, incendiándolos, robando y asesinando
á
los religio–
sos, cometieron la mayor inhumaniilad, que no cjecutarian por
cierto las salvajes de nuestras montañas, conculcaron el dere–
cho ele asociacion, atropellaron el derecho de propiedad
y
piso–
tearon la justicia: este es el horrible crímen que pesa sobre Es–
paüa, crímen que llenó de indignacion á todos los hombres hon–
rados, la Justicia divina anatematizó á la nacion fratricida,
y
desde el norte de América hasta el sm, resonó el grito do inde–
pendencia, rompiendo todas las relaciones con la antigua mt-tró–
poli. Desde entónces
la
E spaña ha ido de mal en peor. Los
revolucionarios do nuestros clias imitan todas las barbaridades
ele los de 1839, hacinando dos
y
tres comunidades de monjas,
usurpando sus bienes, dejándolas sin tener que comer, beber ni
vestir, padeciendo un prolongado martirio en medio ele todas las
privaciones
y
trabajos, y muriendo de necesidad.
Guillenno.-Mi
querido Gernrdo, creo, que ninguna ventaja
sacó E spaña en la regencia de Doña
Maifa
Cristina do Borbon,
al convertir los conventos en cuarteles, los cálices, custodias y
patonas en mouecb, y las campanas de los templos en cailonos.
He observado que en todas las naciones, cuando los gobiornot:J,
n respetan á Dios, ni á la roligion, tampoco los pueblos res–
petan
á
los gobiernos, y careciendo estos de la fuerza mora.l, se
rodean ele fncrza física, esto es ele la violencia, mantcniéi1dola
con exorbitantes impuestos que gravitan sobre el pueblo. Bien
dijo un Rey de España: mas quiero conventos de religiosos que
moralizon al pueblo con su ejemplo, con la preclicacion
y
cnsc–
üanza, que numerosos ejércitos que ocasionau á la nacion tantos
gastos, y que en la ociosidad de los cuarteles fomentan todos
los Yicios.
Gerarclo.-¿Pero
no son mas ociosos las frailes?
Eliseo.-¡Llamais ociosos á los frailes! ¡Ah! ellos civilizaron
el mundo, rompieron las ca.denas de la esclavitud, promovieron
la.s grandes obras por mectio del culto, conserva.ron las obras clá–
sica.s ele ln, ciencia.
a.~n
profana.; humanizaron y convirtieron
ii
nurstros indios, siempre ban sido los amigos del pueblo,los pa.llres
ele
hLs
artes
y
ciencias, aun que la. sociedad moderna desagrnclc–
citla desconozca lo beneficios que le viuieron por medio do las