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Es un hecho certificado por la historia, que el cristianismo

ha civilizado los pueblos que sucesivamente han ido sometién–

dose

á

su benéfica accion y h a derramado

á

t orrentes sobre ellos

todos los bienes que de est a se deducen.

L as naciones ·cat'ilicas, gozaron

ele-

prosperidad, mien tra.&

cumpliendo su proYidencial destino, anduvier on por- los caminos

de

l Seño

r,

y

trabajaron por la dilatacion del reino de J .. C. La

E <>

pa.ña

de los R3yes C;tt5licos marcci5 descubrir, señor ear

y

ci–

vilizar inmen zas region es del nuevo J\lunclo, abatir el poderio·

de la Turquia, p-redo1üna1· en E uropa por sus armas,

y

por sus

le ~r::i.s.

Podugü que riv<tlizó con E spa ña en espíri.tu r eligioso,

::::: tambien dilató sus descubrimientos, sus conquistas

y

su gloria..

~Austria

fué grande

y

feliz mientras conservó la unidad· cotólica,

~ y

sn decadencia no empezó h asta J osé II, el temerario r eforma.–

:

dor ele la Iglcsi:i. P0linia g•>zó de gr andeza

y

honor h asta que

~ lu.~

discordias

civile~

y

religiosa.~,

y

la~ m,aquir:a~ioi;ies

de Vol-

~ta1re

labraron su ruma. La Italia pontificia fue arb1tr a y seño–

'-' ra del mundo, oscureciendo con su predominio mor al

y

su civi-

'3

lizacion la fama de

la

antigua Roma . Francia pr osperó míen–

;::,t.ras

fué

la.

navion cristianísimo,

y

su gloi:ia se eclipsó cuando ca–

'O

yó en los errcres galicanos y jansenísticos bebidos en las fu entes

, del protes tantismo: su verdader a decadencia

elata de los tiem–

~

pos de Rousseau

y

Voltaire. Los profundos filósofos r econooen

. que sin religion n o hay conciencia, sin conciencia la moral no·

~

existe,

y

sin la moral la sociedad se sumerj e como uu bajel h e-

cho pedazos.

L a religion ea la tabla <le la salrncion, ea puerto

y

r úfugío

de los espíritus nobles, es la Yerdadera patria de las almas que

aman la verdad

y

h

justie:ia, es Pl foco de la Yerd adera ilnstrn–

cion, es el j éi'men fecundo en renacimie11tos de moralidad, de

progreso

y

ele felicirlad socia,], eR

l<t

primera necesidad de le

época, es el único agen te cnpaz de equilibrnr

y

poner en armo–

nía torlos los elementos en el teneuroso caos de h.1 s opiniones

que chocan entre sí

l'll

el agitado siglo en que >ivimos.

.A.

n adie mejor que al cHt0lico pueblo de Arequipa pudiera..

ofrecer

b

declicatorüt de esta nuern. publicacion de Ias

T'eladas–

destinadas

íi

propagar la ilustn1cio11 cristiana. Dí¡;nate, pues,

aceptar esta rnode&ta oln itft

y

considérala corno un virn deseo,

de manifcstart.e nucstrn profunda considerucion

y

afecto.

.f'r.

Elias

C.

PassaréU.