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w1n.

felíz casu¡tlidad encontré en el puente á mis dos antiguos

amigos Guillermo Thompson norte-americano y Gerardo de

Roussillon.-¡Dichoso encuentro amigos! esa bella

y

encantado–

ra noche nos convida

á

dar un paseo basta la quinta.-Acepta–

mos D. Eliseo, y así reauuchtremos nu estras amistosas relacio–

nes.-Atravesamos una crLlle d., áruoles, cuyas ramas formaban

una trémula bóveda al traves de la cual los rayos de la luna re–

trataban en el suelo los

IntLS

caprichosos dibujos, y luego nos.

sentamos debajo de una frondosa pa.rra..

Eliseo.-He

sabido D. Gerardo, que hace poco.-1 dias que

habeis regresado de Europa, ¿qué novedadc.s nos traéis?

Gerardo.-Despues

de algunos años he podido ver la Alema–

uin,, mi pa.tria, he saludado á mi anciano padre, ocasioná11dole

el mayor de los })laceres, pues su mas fcniente deseo fué el

poder verme

y

abrazarme ántes de morir,

y

luego me paseé por

casi todo el continente europeo: pero; ¡que contraste al pasar

de Europn, á América! Allí el hombre es ágil é industrioso, aquí

es lerdo é indolente; allí el pueblo vive siempre ocupado en sus

trabajos, aquí p!Lsa la vida sumido en la nas negligente flojedad;

allí el pueblo es culto, d5cil y sumiso, aquí es inculto, turbulen-

to

y

revoltoso, allí.... .. ..... .

Guillenn?.-Amigo,

no nos insulte pues U. no ignora que

la mayor parte de los americanos somos

oriundo~

de Europa.

Ademas U. sabe que la palabra

pueblo

es uno de aquellos voca–

blos de que mas se lrn, abusado en el mundo. Hásc dado el nom–

bre de pueblo á toda ecta fanática, á toda faccion insiuiosa. Se

ha llamado pueblo á un hombre solo, ambicioso, á un tribuno,

IL un cGnsul, á un dictador. Se lrn llamado puebl0 á lo que no es

sino la hez, la escoria, el tirano del pueblo. Y ¿cuántas veces

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se ba llamado "comun interés del pueblo",

el

interés personal

de un pequeño número;

y

la. voluntad del pueblo al dúlirio ó ca–

pricho de uno solo, y libertad del pueblo

á

la opresion misma

del pueblo?

Eliseo.-Muy

bien babris hablado, qüerido Guillermo. vos

me recordais las p3.la.bras de Lnis XIV:" El estado soy yo."

Siemp

re han existido hombres astutos é hip5critas que han enga–

ña.do

á sus semejantes. Y ¿cuántos hombres créyoudo de buena

trabajar para la saJvacion

y

dic.:bn, de su pueLlo, no han hC'cho

sino labrarle sus cadenas y su ruin:1? ¿Coántos no han hecho

mas pesadas sus cadenas y m'.1.s ll urn. su esclavitud con errónea

intencion de reivindicar su libertad? Y ¿por qné ha sucedido

fe–

nómeno tan contrario á semejántes causas?

Porqub esos hom–

bres se han olvidado de la Religion, sin la cual es imposible

)nejorar la condicion del hombre bajo cualquier aspecto que se