PREirACIO.
Así como el error proviene del hombro, así por el contrario
In,
verdad provien e de Dios, el error perturba y destruye los
pueblos, la verdad los alienta y conserva. L a sociedad humana
no era ya mas que un cadnver pronto
á
disolverse, cuando aquel
Dios que resucitó el frío ó inanimado cuerpo ele L ázaro, la rea–
nimó a l robusto óco de la -rerclacl evangélica. Aunq·ue ese prin–
cipio de villa, no ha p::iclido extinguirse ni por las revoluciones
<le los imperios, ni por las irrnpciones de los pueblos bárbaros,
ni por una larga serie de siglos iliterarios, sin embargo debemos
confesar que en el siglo
XV,
llamado el siglo del
renacimiento,
roaparicioron los síntomas de muerte: ontónces la razon orgullo–
sa creyó poder anonadar la. fé, escudri üó de nuevo las tradicio–
nes y las
ata.có.
Un siglo despuos se present;.i, Lutero en la escena; llega la
hora on que no frtltaba '.mas que arrojar la chispa. Atizada por
el soplo popular, la chispa propaga un espantoso incendio, pues
halló hacinados los clemrntos de comtustion social y religiosa.
El apóstata de Eisleben intentó <l estrnir el Uatolicismo, esto es
el antiguo y maraYilloso edificio k rnntaclo por la verdad misma.
El protestantismo, cual turbio ó impetuoso torrente que arre–
bata cuanto en cuentra en el paso, así ha anebatado las verda–
des religiosas ncgrincl olas unas dcspues ele otras. Siguió luego
la impía iucrrdnlidad hmlándose do las creoncia,s de la Rcli–
gion; luego el filosoíismo negó toL1as las relaciones entre el h om–
bre y Dios, y así continu.) la socie<lrtcl marclrn,ndo de esto modo
por modio ele una, corrnpcion siempre progresiva, hasta que en
la revolucion francesa fuó
negn.doel mismo Dios por la sociecla.d,
cosa qne jamá,s so ha,bia Yisto, ni a un en las naciones salvajes
y ·paganits.
IIabienclo llegrtdo el enor
á
su último exceso y mostrándose
en su ú ltim't expresion, el pueblo ha sufrido los mayores males,
y sirve hoy ele 0jemplar al escarmiento.
Por insacin,ble qae fn:.iso el hombre de vicios, de calamida–
dos y ele delitos; ¿no cleberirt ostar ya harto y fastirliado <le ellos
con los quo llonan el espacio de nuestra l.iist oria contempornnen,?
Contemplad la América en continuas luchas fratricidas, y
clesprecii:tndo ol rico tesoro de creencias religiosas que heredó ele
sus mayores; mirad la E spn,úa en otro tiempo tnn católica, y
ahora
su ~
tem¡ilos dcstruitlos, sus a,lt1u·os profan:tdos, sus sn.cer–
clotcs esctu·ne(;itlüs,
y
to<l.t
dln,
llena ele }Xtrtülo. que so persiguen
y
se <l.estr0::uu m .itua,m.:mte;
la.
.Fra.ncia poco ha tan fiorecien-