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LIBRO QUINTO. TIT. II.
,ra el denunciador, y pobres de por mitad; si no
fuere en caso de necessidad, y que no se halle el
Cura con facilidad para ello.
CAP. III.
Que los Confessores, antes ni, despues de la Confession, nv
reciban dineros de los penitentes, ni apliquen para si las
limosnas, que mandaren bazcr,
y
las Missas, que les dieren,
· las manifiesten al Colector.
Porque en el Sacramento de la Penitencia d eb e
haver toda rectitud,
y
iimpieza,
y
se debe admi–
nistrar sin atencion
"ti
respecto,
6
á
inter eses huma–
nos; Prohibimos, y Mandamos, so pena ele Exco–
munion mayor, y ele suspension ipso facto d el ofi–
cio ele Confessores, que ning uno en el mismo acto
ele la Confession, ni en otro proximo, antes,
JÚ
eles–
pues ele el, sea ossaclo
á
pedir, ni
á
r ecibir ele l os
penitentes dineros, ni otra cosa alguna, aunque
voluntaria,
y
espontaneamente se les ofrezca;
y
que
assi mismo no apliquen para si las limosnas, que
mandaren hazer en penitencia, ni las Mi. sas,
6
otras distribuciones, y que las dichas Missa.s las
manifiesten ante el Cura ele la P a.rrochia, confor–
me
á
lo ordenado en el cap. 10. de celebra.tione
Missarum.
CAP. IIII.
Que los Confessores Clerig·os quanclo Confessaren en las lg·le–
sias, esten con sus sobrepellicos,
y
bonetes,
y
no en otra.
manera,
y
los Relig·iosos de la suerte, que están, quando
salen de sus Conventos,
y
que siempre confiessen en lugar
patente,
y
no do noche, ni en casas P''rticulares.
Quando algun Cura Sacerdote se pusiere
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oyr
de penitencia en la Iglesia en tiempo, que ay con–
cUTso" de penitentes, como en Quaresma, y en Pas–
quas,
y en Vísperas, y dias solemnes de Nuestra