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de verdad. La iglesia conserva
y
trasmite el
depósi~
to de la fé por conducto de sus pastores, entre los
cuales ocupa el papa el primer lugar; pero ni este,
ni ninguno de aquellos separadamente son infalibles,
á
menos .que no se adhiera·n al testimonio de In igle–
sia universal. Luego el punto céntrico de la infali–
bilidad es tambien el' de la unidad de las iglesias:
y
el papa
á
igual de los otros pastores es solamente
conducto que ·nos r'eune
á
aquel centro,
y
por medio
de este
á
la verdad infalible, que es Jesucristo. De
donde se deduce que si el juicio del papa no lleva
en sí .)a unidad de las iglesias, como sucede respec–
to de los artículos sobre que andnn divididas, el pa–
pa no puede ser centro de comuoion relativamente á
ellos, porque entónces no es un centro donde la ac·
cion se termina, sino uno por el cual debe pasarse pa–
ra llegar
á
la unidad;
y
como esta no .se encuentra
sobre el artículo controvertido, aquel deja ü.e serpa–
ra mi centro de comunion.
§.X.
Cuando el papa da un d·ecreto, ó decrde un artí–
cu lo, en el qu.e no interviene .)a unánime conformi–
dad de todas las iglesias, si su juicio no es decisivo,
¿donde se hallará entónces la cátedra docente 1 Es–
ta debe estar siempre vigilante, porque es un tribu–
nal.siempre activo para aortadas disensiones
y
dis–
putas originadas en el seno de la iglesia universal;
y
s.upuesta la division de sentimi entos entre las par–
tiCulares, e n el sistema que tiene al papa por falible
no habría autoridad suJic:iente capaz de terminar las
controversias. De donde se deduce contra la doctri–
na propuesta el grande argumento de que ella hace
invisible la iglesia, quitando de enmedio e.l tribunal
q.ueen ·la .divergencia de las disputas pudiera red u·
Cll'
los ámmos al centro de la unidad. Pero en este