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pongan ·de acuerdo todas las
igl~sias
particulares so–
bre el punto cuestionado.
§.
XII.
Si el papa da una decision errónea,
y
la propone
á la cr\)encia so pena de excomunion, me veré pre–
cisado á abrazar el error, ó á apartarme de su co–
munion,
y
en este último caso me encontraré sepa–
rado del centro de la unida'd eclesiástica. Fácil res–
puesta tiene esta dificultad. _Debo comunicar con el
papa,
y
hacer de modo que él comunique conmigo:
este es el carácter de la comunion de la iglesia, que
reconoce á aquel por gefe
y
primer pastor. Pero de–
bo ·evitar la doctrina errónea del papa, por contraria
á
la de la iglesia. En esta hip6tesis comunico con el
papa· en el punto en que comunica con la iglesia,
y
]a iglesia recíprocamente con él,
y
no comunico en
aquel 6 aquellos en que andan desacordados. Tal
es la conducta que debo observar, no solo con el
papa, sino tambien con el metropolitano, el obispo
y
el cura, cuando alguno de estos me enseñara un
error, ó quisiera hacerme C<;:lmeter una injusticia,
y
obligarme
á
obedecer so pena pe excomunion. Mi
conducta en estos casos seria conforme
á
lo que dic–
ta un sano juicio, a.J espíritu d'e la religion, y á las
reglas de la prudencia; y por el contrario, reprensi–
ble la del obispo ó del papa que
qui~iera
separarme
de su comunion, excomulgándome injustamente. De
mi parte cumplo con . todos los deberes, repeliendo
por un ladd el error, que
é~
siempre despreciable, y
Jnanteniendo por otro la comunion y reconociendo la
autoridad, que siempre r:nereée. respeto. En este su·
·puesto no seré apartadp de la unidad eclesiástica:
hasta Turnely confiesa, "que el ex'cornulgado por el
pontífice romano 'no por eso es precisa
menú~
cismá–
tico; pues aunque privado de su comunion, no se se-