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fundidas muchas ideas distintas: limitaréme por tan -
. to, siguiendo el método observado hasta aquí, á pre- ·
séntar á los ojós.del leetor bajo un solo punto de vis–
ta los derechos esfnciales de la santa sedi, procu–
rando desvanecer con
algm~as
ligeras reflexiones·la
confusion de ideas,
y
discernir la· verdad del error,
y
.la certeza de la probabilidad.
•
.
1.
Advie
r.toque por sede 'apostólica se entiende
á
·veces la ig!esia universal, ó sl concilio eciHilénico,
co o se ve en la condenacion de la proposicion de
Wiclefhecha por el concilio de Constanza. En este
sentido no cabe la menor duda de que
loa
iglesia ro–
mana no puede faltat· en la fé,
y
que es infalible en
sus decisiones.
n.
Ob;,;ervo con Belarmino que la iglesia romana
puede considerarse bajo dos respectos; ó como igle–
sia particular, ó como sede del sucesor de san Pedro.
En el primero,
á
nadie le ocurrirá sostenér que tie-
. ne el privilegio de la infalibilidad. .Este privilegio se
mira en Roma como peculiar de la sede de san Pe–
dro, concedido por la súplica de Jesucristo á favor de
la estabilidad de su fé. Luego está anexÓ á la igle–
sia de Roma como sede del sucesor de san Pedro.
m .
De donde para inferir que· la iglesia ,de Rom.a
n0 puede faltar en la fé, es necesario examinar' antes
si la sede apostólica, es decir, la del sucesor i:le san–
Pedro, puede ó no separarse de la iglesia romana.
Porque si la \]Da puede ser sepa1f11da de la otra, con
verdad se dirá, absolutamente hablando, que la igle–
sia de Roma puedefaltar en la fé, como le .ha suce–
dido á las iglesias de Constantinopla, Alejandría &e:
pues segun el . mismo Belarmino, "no es absoluta–
mente de fé que la sede apostólica
~ea
inseparable
de la iglesia romana; porque la Escritura
y
la tra–
dicien no dicen que .aquella de tal modo se ha fijado
~n
esta, que nunca pueda•separarse de ella: así que
todos los !estimonios de los·pontífices
y
padr~s
res-