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el centro de la comunion d·e todas las demas. Asi"
que, basta saber cual es la fé de la de Roma, para
asegurarse de la de todas las que con ella comuni–
can; porque siendo idéntico el voto
lie
una
y
otras
sobre este género de verdades,
y
eonociend·o recípro–
camente Roma y las demas iglesias cual es la fé que
profesa n, basta solo la tradicion romana para con–
fundir
á
los que se ·apartan de la verdad era creencia.
En esto se fundaba san Ireneo al decir que no era ne–
cesario enumerar la sucesion de todas las iglesias,
porque la
t~adicion
"de la -muy grande, antiquísima,
conocida de todos y.fundada por los gloriosísimos
apóstoles Pedro
y
Pablo (1)," era suficiente para
convencer de error
á
"los que por mala voluntad, ·
vanagloria, obcecacion, ó depravado sentido tras:
pasan de cualquier modo los límites de lo conve-·
niente (2) :" es decir los que se apartan de ·nuestra
comunion, y rechazan . algunos dogmas general–
mente reconocidos de toda la igl esiá. Cuando se tra–
ta de verdades de esta naturaleza, siendo notorio el
consentimiento de todas las iglesias, basta opone r
á
.los errados la tradi cion sola de Roma, qu e en tal ca–
so sirve de regla, porque es signo de la
fé
general
de la-iglesia católica. Pero si se ngitan puntos con–
trovertidos entre los mismos católicos, sobre cuya
inteligencia andan divididos los pareceres de las
iglesias mas ilustres, entónces ya no basta la tradi–
cion de Roma solamente, y conviene esperar
á
la
confo rmidad y gene r¡il acuerdo de todas, haciendo
votos y piadosos esfuerzos por obtenerle. " Si se
trnta de un punto de poca
impor~anci a,
dice el mis-.
(1) Maximre, et antiquissimre, et omniiJus cognitre
á.
gloriosissi..
mis duoUus apostol is Petro, et Paulo
funddtre,
ct,constitutre eccle–
sire.
(2)
Qui quoquo modo per sui placentiam malam, vel vanam glo–
rinm, vel per crecitatem, ct malam senteutiam, prreter qua m oportet
colligunt.
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