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mento calificado de invencible, se funda en una equi–
,vocacion~
Es falsísimo en primer lugar generalmen–
te hablando, que la nocion de centro de comunion
lleve consigo la idea de una autoridad absolutamen–
te infalible. Con efecto,
á
la manera que 'el papa es
centro de la comunion de ·todas las iglesias, lo es el
cura de la unidad en su parroquia, el «:!bi:spo en su
diócesis,
y
el metropolitano en su provincia: de don–
de se sigue que los parroquianos deben convenirse
con su cura, los diocesanos con su obispo,
y
las igle–
sias de la provincia· con la metropolitana reconocida
como su madre
y
maestra: pero
á
nadie le pasó has–
ta ahora por las mientes asegurar que el cura, el
obispo
y
e l metropolitano con su iglesia, tengan en
calidad de centro una autoridad infalible para deci–
dil·: luego no es verdad que el centro de la comu–
nion eclesiástica encierra la idea de una autoridad
infalibl·e.
§.VI.
Si desentrañamos
y
ponemos de manifiesto la
idea añadida
á
la palabra centro, veremos que dejan–
do
á
parte .todo eguívoco, el deducir de ell a la infnli–
bilidad, es lo mismo que deducirla de la idea de 'ca–
beza
y
de primado; porque realmente la nocion de
centro viene de la calidad de cabeza, que pertenece
al pontífke romano. Yo he observado muchas veces
que el primado fué establecido por Jesucristo para.
mantener la unidad: luego el primado
y
el centro de
la unidad eclesiástica son dos nociones idénticas,
ó
cuando menos la una se deriva de la otra; de donde
proviene que la objecion deducida de la idea de cen–
tro, es de la misma naturaleza que la derivada de la
idea de cabeza
y
de primado: de consiguiente la mis–
ma equivocacion reina en una
y
otra. Dícese comun–
mente que el papa como cabeza de la iglesia, puede