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esta necesidad se t'unda en el carácter del primado;
Cl\rácter, que filando á la iglesia de Roma un dere·cho
de inspeccion sobre todas las demas iglesias, impo–
ne
a
esta la obligacion de comunicar éon la primera
_ sede, y darle cuenta de todo lo que interesa al bien
de la iglesia universal. Si el p¡¡pa puede, segun las
reglas ca:nónicas·, poner en accion ·_todas las jurisdic–
ciones cuando lo exija la ne<;esidad, estas jurisdic–
ciones deben ciertamente comunicar con él,
y
él con
ellas. Ademas como todas las fuerzas de las deci–
siones dogmáticas consiste en la unidad, segu_n se
clemuestra en el opúsculo citado
de los caracth·es de
losjuiciqs dogmáticos,
el buen órden exigía que hu–
biera una iglesia con la cual comunicasen las deomas,
y sirviera de punto céntricó de reunion para compro–
bar la fé de todas las iglesias del munclo-. Tal es la
cátedra de san Pedro, la sede apostólica, la ig)esia
de Roma en fin, establecida por Jesucristo
para con–
servar la
~tnidad
y
remove1· todo motivo de cisma,
como dicen los padres. Por esto Optato de Mileve,
san lreneo
y
otros la llaman centro de la unidad ecle–
siástica, Bossuet, en el analísis de las,prescripciones
de Tertuliano, hace una explicacion exacta
y
perfec–
ta de la idea de <;entro. Pero muchos teólogos han
ab~!_sado ·
de esta palabra pará oscu¡ ecer la verdade–
ra doctrina de· la iglesia sobre la autoridad pontifi–
cia, por cuya causa será útil añadir algunas reflexio–
nes, á fin de desvanecer toda especie ·de ambigüe–
dad.
§.
IV.
Segun e(parecer de estos teólogos, la cátedra de
san Pedro no puede ser centro de la comunion e.cle–
siástic~,
á menos que todos sus miembros no tengan
1~
preCJsa
~ecesidad
de. conformarse
y
prestar una
ciega
o?edi~ncia
á
!_os juicios
y
decisiones del papa
y
de la
1gle~na
romana en puntos de doctrina. "¡,Co-