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La Opini01í es la R ein« del mundo,
dijimos al cnipciar:
-fá
Opinion es la Reina del mundo,
decimos al fin. Entónces, hablá ba–
mos de la ex istencia de un pqdcr in visible
y
perennemente activo, ·
"que mudaba la faz de los cielos
y
de la tierw, cambiaba Jos sis–
temas físicos, daba legislaciones á los pueblos,
y
variaba sus ideas
y
costumbres, así c.omo se sucedian sus generaciones. Fué necesa–
rio llamar la atencion,
y
demostrar los riesgos que corrian
el
hombre
y
el pueblo, si la Opinion llevaba mal camino;
y
hacer
~n
ti r la necesidad de di rij irla, para que ej erciera en buen Sentido
<~Se
influjo omnipotente, con que
imperaba sobre el univetso.
Bus~
camas un medio eficaz de conseguirlo,
ó
de desacreditar antig uas
y
funestas O)liniones,
y
á
la mano vino como instrumento podero–
so la discusion en libertad.
D escubrimos su
virtud,
y
los prodigios
hechos por ell a en la destruccion de tnil 1nonstruosos errores,
y
en
la profusion con que csparcia luz, que dia por dia iba disipando
!-.~
tinieblas
(\e"
la
tierra.