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im'lo
con la autoTidad de' Dios omnipotente,
manifestati<lo'
su dolor,
y
derramando lágrimas, en vista de la injuria
q.uese hacia á la Silla apostólica , y de las calamidades que iban·
á resultar
á
la religion católica-Tambien
\la.móla paz de
';y
estfalia---paz
dañosa;
y
JleOT
que
toda
gue,Trt.
26.
Pio
VI.
Pio VI reprobó la declaracion del clero galicano, .dond e
entre otras cosas, se negaba al Papa derecho de .interveni·r
en los negocios temporales, y destronar
á
los reyes. Repro–
bó igualmente los principios de libertad
é
iguald ad ¡n·ocla·
mados por la Asamblea rl e Francia; se escandalizó de tales·
palabras, que reputó por orijen de monstruos, y dijo que
. ellas escluian la razon
y
la leí, contradecían los derechos
del C riador, y
fntstraba~
los fines de la naturaleza.
27,
Pio
VII.
Este Papa escribió
á
los obispos de la América Española,
escitándolos
á
no perdonar esfuerzos, para " desarraigar y
destruir completamente la funesta zizaíia de alborotos y
sediciones, que el hombr e enemigo sembró en estt>s pa-ises,"
y á que recomendasen
las ilust·res
y
singula·res vi·rtudes
del
católico Rei F ernando"-Dos at'íos antes restableciera la
extinguida·compañia: de San Ig nacio, que como vimos a ntes
habia extinguido perpetuamente Clemente XIV por amor
á
la paz de
la
cristi'andad- Tambien P io V II llamó
iqfm¡strt
la paz de W estfalja. ,
'
28.
L eo" XII.
Este Papa di rijió'á los obispos de América una Encícli"
cf. en 21· de Setiembre de 1824·, dond e acred itando "el in–
cendio de car id ad en que se abrasaba, se d-olia de la deplo–
rable situaci on
á
que habia reducido á _estas rejiones la zi·
zaíia de la rebelion; de la impunidad con que corría el de –
senfreno y la licencia de los
malvad.os;de la propagacion
y
· contajio de libi'Os y fo lletos incendiarios;
y
de las juntas for–
. macias en la lobreguez de las tini eblas, donde se
concret~ba
como en una sentina., cuanto babia de mas sacrílego y bias-