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S i el manej o de los bienes perecederos cria áfecto
á
ell os y daña al espíritu, segun lo predican continuamente
Jos varones d e oficie> santos, eso tros bienes que importan
r ango y auto ridad, no pued en menos d e dañar mas. Díganlo
sino los sucesos referid os, esa so licitud, ese ahinco de los
Pa pas, por que los reyes francos ll eváran a l cabo su ofre–
cimiento de dades ó restituirl es ciud ad es; esa parte tan ac–
tiva que tomaban en la política, "propiándose, á fuer de
atrevid os, las prerogativas ele los Césares, ó disputa ndo du–
cados á sus poseedores, para incorpora rlos en el patrimonio
de San Pedro, ó d onarlos
á
los p arientes d e l Pontífice; y
ese escándalo d e ver cardenales negociadores, legados ge–
nerales de ejército, y P apas derrotados y prisioneros. San
Pedro no hubiera obrado asi;
y
vergüenza d ebe causar á
sus sucesores no imita r al Santo Apóstol.
Los propios Papas creyeron por a lgunos sig los, que na–
die podia ser R ei y Pontífice: que esto era debido á · Jesu–
cristo 'gu e habia separado uno y otro con actos propios y
func iones distintas. Pues si J esucristo ha separado con ac–
tos propios y funciones distintas las dos potestad es, ¿quién
tiene d erecho d e juntarlas, ó de que aparezca un Reí Pon–
tífice? Si la separacion ordenada por J esucristo obliga
á
los
Reyes
á
que no sean Pontífices, ¿sobre qué fundamento podrá
apoyarse el p1·ivilej io de que Pontífices puedan sel' Reyes?
Ademas, en las decre¡ales d e Grego1·io IX ha i un
t~tulo,
donde se prohibe espresamente
á
los clérigos y mon,jes, que
se mezclen en los negocios seculares-ne
cte,·ici vet mona–
cM sreculm·ibus negotiis se immisceant.
P reviene tambien
el Pontifical Romano, que se pregunte al Obispo en
sw
consagraciop-"si tiene voluntad de con traerse enteramen–
te
á
los negocios di vinos, y ele p1·escindir de los ten el}oS
Ó·
seculares-vis
á
ten·enis negotiis, vel lucris lu1-pibus alie–
wus esse?
¡Qué! las razones j ustas porgue se ha prohibido
á
los ob ispos
y
clérigos y monj es, el mezclarse en las cosas·
del siglo, no son razones justas, no
tienen virtud respecto
d e los Papas por ser Pa pas? ¿No son mucho mayores en
número y en g ravedad y en riesgo la s causas de que conocen
los Papas como príncipes? Y su ca racter rej io exij e en re·
dedcr d e
Sil
trono, que se llama Apostólico, un enjambre de
clérigos
y
monj es, de oficio ocupa dos e n negocios secula res,.
con in fraccion del Dcxech o Canónico.