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l'a frase siguiente-"confirmamos las donaciones, que nucs·
tro abuelo
y
nuestro padre han hech o cspontanea
y
,.o]un"ta–
ria mente á Sa n P edro." E sta donacion tiene contm•sÍ argu–
mentos mas fuertes que las ele Pepino
y
Cario :Magno. E l,
Papa J uan
VIII
hacia memoria de 'llna nueva donacion de
Carlos el calvo, que " por inspiraciun de Dios, decía el P a pa ,
y
pa ra acredítar su afecto
,í,
1as iglesias,
y
principalmente á
la romana, renovó los derechos que anteriormente se le ha–
bían concecl id o."
lO.
Obse•·vacioncs acerca de to dicho ,
N o pued e menos de notarse la triste condicion de la Cu- . ·
ria, que ha menester en apoyo de sus pretensiones, ó docu–
mentos conocidamente apócrifos, ó sospechosos de serlo, y
co ntrad ichos, á veces con fuertes fundamentós. Pero supo–
n iendo la autenticidad , como nosotros lo hemos'hecho; si exis·
tíauna primera donacion, ¿á qué·fin tanto empeño de reca–
bar otras nuevas? Por otra parte, si los d e la Cmia recono–
cen derecho en el
R.
Pontífice para distribuir los reinos y
ducados, cuando menos en el caso de haber interes espíri –
t ual, ¿por qué los P apas, que á juicio de )a Cmia, pueden ser
j
uec~s
en su propio causa, no se adjudicaban
á
sí propios las
ciudades y ducados? ¿Seri a por moderacion, ó porque sus
d ecretos apostólicos habrían sido ilusorios, y tal vez ridícu–
los? Ademas, llama mucho la atencion el lenguaj e tan apre·
miante y patético
y
relijioso de los Papas en mate ria· pura–
mente temporal y eterna¡ mucho mas si se advierte, que al
ti<>mpo de pedir la recuperacion de las ciudades, recordaban
á
los reyes la cad ucidad de las cosas humanas. "Esta vida
es una sombra que pa sa, y como el vestido que se em·ej e–
cc;" decia el Papa E stevan a l Rei P epino. Por último, pa–
rece que no era propio de los sucesores de San
P.edro,
cuyo
uomhre y autoridad in vocaban con frecuencia, estar dando
parte de las conspiraciones que se tramaba n en Italia, cuan–
d o eran en perjuicio del patrimoni o de San -Pedro; ni lla·
mar
11P,[m·io
y
nifrrndisimo
á
un arzobispo, porque con ra–
zon ó sin ella ll egó
á
decir, que Cario- magno le babia dado
ciud ades, que el P apa juzga ba pertenecientes
á
S. Pedro.