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-3QQ-

cn la senda que ahora llevan. Los Gobiernos, que no ·sean

abso lutos, proclaman la libertad, el progreso, las reformas,

y las mejoras en lo intelectual y material.

La Curia ro–

mHna nada de esto entiende,

y

por el contrario, tenaz en su

propósito

y

en

el

sistema de sus pretensiones, aborrece las

reformas; su tema es, que no se hagan innovaciones-nihil

innoveht?';

proséribe la libertad que proclaman las Na–

ciones; llama

fatídico

el prog•·esn;

y

socolor de religion

se opone

á

las mejoras,

y

aun

á

veces

á

las materiales. E l

autócrata

ele

todas las Rusias no hace tanto;

y

cuDndo él

y

otros monarcas absolu tos se opo nen

á

los progresos de

la

liberta'd, el Papa con ellos,

y

mas allá, porque al empleo de

]a

fuerza añade los anatemas

y

condenaciones. El

princi~

·

pado del P apa es una causa poderosa de atraso para la

prosperidad

y

gloria de Italia: dejamos á la historia con–

temporánea,

y

al corazon de la Europa la esplicacion ele es–

te pensamiento.

"Ma

tolerable e el Gobierno ele! sable

que el de la sotana," acaba de decir el ministro sardo en el

• Congreso ele Paris.

QO. Tiempo es ya de r¡ue el

Papa

deje de

se1·

Principe

potitico.

A

juicio de Bclarmino, defensor del principado del Pa–

pa, "hubo tiempo en que fu é úti l

y

necesario, que el Papa

y

varios 'obispos tuviesen principados;"

y

añade que ab –

solutamente hablando,

"r¡uizá seria rnejo•·,

que los Pa–

pas se ocupasen únicamente en las cosas espirüuales." PHes

b ien: el ' tiempo en que vivimos ahora, pide que el Papa y

los obispos no tengan principados. E l O bispo de Utrech, cu–

yo sei1orío temporal se remontaba hasta los tiempos de Pe–

pin de 1-ler,istal y Carlos Ma1·tel, dejó de tenerlo en el

primer tercio del siglo 16 por renuncia de su obispo E nri–

que de Baviera, con asentimiento del cabildo, y confirina–

cion del Papa Clemente VII

á

favor de Cario V. Los ar-.

zobispados ele Bremen

y

Magdebmgo,

y

lps obispados

de W crden, lVlinden, Camin,

y

Halberstadt, fueron secu

larizados en el tratado de \Vestfalia; asi como los arzo–

bispados electorados de l\laguncia, Colonia

y

Treveris lo

fuero n en el de L unev ille. Para que

~e

vea, que el siglo

no conoieute estns a11omnlím•;

y

<JilC

~i

an tes hubo razo-