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para logra r independ encia, y para tenet· esperanza de alean-·

:~;ar

con el tiempo cumplida libe rtad. De su parte la Iglesia

tiene ot t·os medios para mantener la pureza de la doctrina

cristiana, que es mui diferente de la que enseña la Curia.

Pero Grega rio XVI h a ll amado "falsa, temeraria,

inj~•riosa

á

la Santa Sede, y fecunda en males para el puebl o

cristia no, la doctrina de aque llos, que no solamente rechazan

la censura de libros como un yugo one-roso, sino que llegan

á

tal grado de malignidad, que la presentan como opuesta

á los pTincipios del derecho y de la justicia, y se atreven

Ít

negar, queJa Iglesia tenga derecho de ordenarla y de ej er"

cerla." Semejante lenguaje pertenece á otros sig los. Pio

lX procedió de otra· manera, y el

5

de Junio de 1848 "es–

pidió un decreto, ampliando la libertad de imprenta, con l;>

a bolicio n de la censura." ¿Procedió coaétado? ¿Procedió

como Pt·íncip e, y no como Pontífice?

16.

Prollibicion de libros,.

ó

índice cspwrgato•·io.

Como

Curia no puede log rar que sus d ecret"s y

la~

mentos establezcan la censura previa en los paises donde ri–

jen instituciones aman tes de la libertad, tiene que apelar

á

la cond enacion

y

prohibicion de los libros publicados sin•

censw·a previa; con lo que enriquece sus

indices espu1-gato- .

rios.

La prohibicion de libros es el g rande y último recur–

so, que la Curia ha encontrado para cubrir su fa lta de ra–

zon, salir de graves apuros, y desviar los tiros de

s.us

adver–

sarios. A1·guyendo Amobio, 11 pologi'sta del c1·istianismo,

y

r eprobando al Se nado

Rom~no,

que se em peñaba et1 prohi–

bir los escritos de Ciceron, como contrarios

á

la idolatría ,

le hablaba asi-"si creis justo lo que decís de vuestros

Dioses, co nvenced á Ciceron de haber errado, y sentado

proposiciones temerarias é imp ias, é impug nad sus senten–

cias: pero recoj er sus escri tos, y prohibir su lectura, no es

defender

á

los Dioses, sino temer el tes timonio de la ve r–

dad ."

La Curia Roman a It a adoptado los principios, y ,seguido

la conducta del Senado Romano á favor de sus ídolos. Ahí

están los

Inclices espzl?'gatm·ios

ele la Sagrada Congrega–

ciou del

I ndice,

despues de haber espedido sus decretos la

Sagt·ada Congregacion de la

Inquisicion universal,

ó

sus