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-291-

breves

y

b ulas los S umos Pontífices. Y ¿qu1e n tend rá la

paciencia de engolfarse en este oceano inmenso? En los ín–

dices tienen lugar " las actas ele los erúclitos de

~eipsic"" ]a h istoria eclesiástica d e Natal A lejand r o, sino con

las

notas de Roncaglia"-"los diálogos ele D . A n tonio Agus–

tín, acerca de la enmendacio n de G raciano, con notas

y

nue–

vas enmiendas, publicacion de Baluze"-"la obra ele B lon–

del, ó edicion

y

nueva censura d e

las epístolas de Ioidoro

Me rc~tor"-"Gal il e o

Gali lei, dialogos sobre los. dos princi –

pales sistemas delmund o"..:_"Aimoguera, Obispo de A re–

g uipa

y

A rzobispo de Lima, instruccion de Sacerd otes"–

"Cartas p rov inciales d e Pascal"-"Obr as latinas d el P e–

t ra rca"-"Nuevo diccionario españo l é inglés de P ineda"–

"lVIarca,

de concordia sacerdotii et

i·n~f.erii"-"El

P apa

)JO

tiene ning un derecho en el rei no ele Napoles'"-

"La venida

del Mesías por Lacunza"-

"Falibi lidacl de los Papas de–

mostrada por la t radicion"-Vanespen; Salcedo

de Lege po–

Litica:

Salgado,

de 1·egia protectio11e

~·a.

Solorzano,

de

ju–

,.e indiarum;

F rasso,

de 1·egio patronatn

~·a. 9·a.~·a. ~-a. ~-a.

D igamos otra vez

á

la Cu ria, que con semej ante maner a de

defend erse, confiesa q ue carece d e buenas armas, que no

tiene razon;

y

pa ra avergonzad a repitamos las palabras del

Papa S ima·co á un Emperador-"tú, que en lugar d e con–

vencer, pers igues, debes confesar, qqe la verdad no se halla

d e tu parte, que sostienes el error." '

T iene ademas la Curia otros recm sos au xili ares d el de

prohibicion: l .

0

calumniar para prohibir; 2.

0

su primir en

ediciones posterio res los pasajes que le han desagradado.

16.

¡,!fundir lw·rrm: cont ra ciertos hombres, 71ara que se

111iTe mat cuanto proceda de ellos.

Razon habrá para censu rar

á

los escritores que han com –

batido la verdad

y

faltado

á

la decencia; mas no para esta–

blecer contra ellos una regla de odio

y

descrédito, ni ha–

cerles imputaciones que tal vez no han merecido. Pongamos

por ejemplo

á

Voltaire, bajo el e! aspecto que núa

a

nueotro

propósito. Voltaire propagó en Fmncia los d escubrimien–

tos de Nevto n; esparció torrentes de luz en varios

ramo~

de literatura;

y

enseñó que la historia d ebía mirar princi–

pl lme nte las costumbres de los pueblos, sus ciencia$. a rtes,