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leyes y aclministrácion,
y
no so lo como antes,
~
los jefes de
los Estac;los. Vollail·e tomó la defensa del in ocente Calas,
ocupándose en el la por tres años, 'no permitiéndose ni una
sonrisa sin imputarse la
á
crimen, como decia el mismo, hasta
q ue por fin logre'¡
la
revindicacion de su memoria. ·Cuando
Sirven se halló en caso parecido al de Calas, no dirijió sus
suplicas
á
los que pred icaban caridad, ·sino que
á
V oltaire
ocurrió, y Voltai1·e hizo triunfar la causa de S irven contra
el fanatismo de
la
intolerancia. Voltai 1·e fué quien procuró
desacreditar la servidumbre contra la codicia y crueldad de
los monjes de San Claudio; quien llenaba de beneficios
á
los
necesitados de Ferney, y quien recibía con los brazos a bier–
tos á los perseguidos, empleando su crédito con los sobera–
nos .. .... Los curialistas están murmurando de nosotros, por–
que nos espresamos asi,
y
se escahdalizan de que hablemos
bien de Voltaire. Pues bien: su
e~candalo
y
murmuracion
serán la mejor prueba de lo que decimos-"la Curia infun·
de horror contra ciertos hombres, para que el rebaño ci'is·
tiano mire mal cuanto proceda de ellos;"
y
ella misma se da
por ofendida, de que se hagan clojios de ac¡uel los
á
quienes
~.borrece.
17.
Lct
dispensacion
de
las bula.s
y
delt;atio.
En varias ocasiones.hemos hablado de
la poderosa vi¡·.
tud que consig•J traen las bulas rle institucion de -los obis–
pos, q ue el solo pensar e n ell as, ó aguard arlas,
y
mucho
mas el recibirlas, los trasforma de tal suerte,
y
los apega
tanto á Roma, que apenas conservan algunas muestras de
haber sido ciucladanos
1
ó ele pertenecer á la N acion que los
niantiene,
y
al Gobierno que los ha ensalzado. Por eso la
Curia Romana acredita su predileccion suma
á
la institu–
cion de los obispos,
ó
al despacho ele sus bulas, protestando
que n unca jamás se
u
es prenderá de semejan te funcion,
é
interesante preroga tiva, que pone en:sus manos las riendas
de nuestros re baños. Decimos proporcionalmente lo mismo
de la concesion del palio, en que "se halla la plenitud del
oficio pontifical,
y
el nomb1·e de A rzobis po:" palio bende·
ciclo
y
consagrado por el Papa sol;>re el altar de San Pe–
d ro, tomado del cuerpo de San Pech-o; como si de las ma–
nos del suceeor de Pedro salieran
las facultades que han
d.e recibir los metropolitanos.