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necesita pa ra lrib utar homenaj e a l n!érilo d e nn ú d oclrina?
E lla sa lv6
á
la Ig lesia cri st ia na d e
la
tempestad d el cisma .
65. R Paccion de la doctriua curia1ísti('a en tiempos p os-
teriores.
Baste lo d icho, para que nuestros lectores puedan poner–
se a l co l'l'iente d e las mater ias per tenecien tes á Conci li os: los
que quiera n, pueden registrar la obra. Verá n ahí tambien,
que u na ca usa tau cri stianamente sostenida hastá triunfar,
fu é perdiend o d espues por circunsta ncias especiales. Euge–
nio I V vencido en Basiléa, se sobrepuso po, teriormente en
F lo rencia. En eas S ilvia, que babia seguido con el Cardenal
J ulian la pa rte del Concilio de Bacilea, se retractó cuando
llegó
á
ser P io I L E l Concilio
5.
0
de Letran, que la Cmia
¡·eputa por ecumé nico, contri buyó mucho a l prog reso de su
pretension. L i1C uria puso la pluma en las manos d.e sus es·
cri tores, y los estimuló d e varios mod os a l empeño d e res–
pond er á los fu ertes arg umen tos, que alegáran en favor de
la autorid ad de los Concilios esos pro pios que se retracta–
r on.
L ea n X y J ulio
li
segundaron la obra de su prede-·
cesa r E ugenio, y los Cayetanos con tinuaron el trabajo de
T orquemada, para preparar el camino á lo que babia de ha–
cerse durante las sesiones del Concilio T 1:iclentino.
Paulo
HI a utórizó á sus Legad os y P residen tes d e este Conci lio,
á trasferirl o y mud arlo y disolverl o, y p ara ob ligar con cen–
suras
y
penas ecle&iásti cas
á
los obispos que p ermaneciesen
en el lugar ele d ond e se les man da ba se par ar se;
y
di spuso
que los obispos no
compareciesen en e l Concilio por procu–
r adores; y
á
los pr
ocurador.esn o se les permitió d ecir que
rlt:finian,
mientras q ue los Abad es y G enera les d e ó1·denes
firma ban
y
dr:finian.
D e modo que, tpdo ha contrib uido á
rC'comendar poderosa y eficazmente la superioridad del Ro–
mano Pon tífi ce sobre el Concilio. N i ¿con que Concilio ha
d e compar arse el Papa? Tres. siglos hace, q ue a pareció el
ii ltimo ecuménico; mientras qu<: la accion per enne del Ro –
mano P ontí fi ce poco tiene que hacer para sobreponetse á
un puro nornbre, á una il usíon,
á
un ente iJnajinario.
Pero
la verd ad existe, digamos ah ora nosotros; contra ella " no
h'1i prescripci on, y nada pueden el trascurso d e
los siglo.•
y la IIIIJChedumbre de los testigos," como dij o a lg una voz el
Ca rd t>na l R a ron io.
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