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cesor de Dámáso, había dicho que casi todos los obispos de

Rimini, que por la astucia ó la f'úerza aprobáran la formula,

despues con mejor acuerdo la condenaron, y estaban en co–

munion con la Silla Apostólica. Ademas, el Concilio de Rí–

mini no fué ecumén ico, y el número de sus padres fué mui

inferior al de los demas obispos del orbe católico, 'como ob–

serva Tourneli; pues aquellos eran· poco mas de

1·00

entre

mil ochocientos ¡jor lo menos en Ü•·iente y Occidente.

Tampoco fué ecuménico el Concilio reunido en Efeso, y

presidido por el patriarca Dióscoro. Los que no concur–

rieron

á

él; los que formalmente fueron escluidos; lo9 que

padecieron por el maltrato de la faccion de Dióscoro; y

cuantos siguieron la causa de los perseguidos, estaban cier–

tamente con el Papa San Leon, y el procedimiento de este

no era el único que tenia virtud.

El

diácono Hilario escri–

bía á la Emperatriz Pulquería, que "un Concilio del Occi·

dente reprobaba con el Papa lo acaecido en el de Efeso,

con infraccion de los cánones y en tumulto." Pero los de la

Curia todo lo atribuyen al Papa, para que él solo se lleve la

gloria de los sucesos, y él solo salv,e la Religion

y

la Iglesia.

53.

El Papa

está

obti~ado

á los Cánones.

Si Dios mismo tiene regla en sus actos, sería el colmo del

delirio eximir de Iei

á

ningun hombre. Decir que alguien

en la sociedad se halla fuera de la lei, ó en tono mas alto, es

superior á ella, es avergonzarse de ser igual á sus semejan–

tes, romper de su parte los vínculos que ligan á los miembros

de la sociedad , eximirse de un deber, y sobreponerse

á

la

¡·azon. Pero no basta reconocer esos vínculos

y

confesar

la

. obligacion, si las infracciones han de quedar ma1:cadas con

la impunidad, ó sea el privilegio de la

in·esponsabilidad.

Las naciones necesitan u1 med io positivo de accion, para

que se restablezca el orden, que infractores de

]a,.

lei pertur–

baron, quienesquier que ellos fuesen .

Si estas reflexiones comprenden

á

toda clase de autori·

dades, tienen un sentid o mas fuerte, cuando se trata de los

pastores eclesiásticos, humildes de profesion, y en especial

el que hace alarde de llamarse

siervo· de los siervos.

Cario

:Magno no creyó hacer un agravio al Papa Leon

III

cuando

felicitánd ole por haber subido á la silla de San Pedro, le