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4·0.

¿Necesita el Concilio general la c01¡jinnacion pont ffida?

Suponemos que e l R omano Pontífice hubiese concurrido

al Concilio personalH1cnte, ó por sus Legados: ¿habría obli–

gacion en el último caso d e dirijirse

á

é l, para que ap_robára

las actas d el Co ncilio? Para

respond e r, prcguntémos an–

tes: ¿Habría obligacion d e hace rlo, si se tratara d e otro

Obispo, q ue hubiese concurrido por procu rador? Ning un

Obispo tendría semejante prete nsion, y la Curia misma se

burlaría d e e lla : porque alegar d erecho para examinar y

s uscribir las acta• d e un Concilio,

á

que se hall ó prese nte

por procurador, seria pretend er un doble s ufrajio, ó fallar

dos veces en una misma causa. S i se nos hiciera la misma

pregunta r especto ele los metropolitan os, y pa triarcas, por

la especial r e presentacion que les d an estos

títulos, d aría –

mos la misma r espuesta. ¿Por qué pues ha d e mirar se como

d erecho del Romano Pon tífice, lo que seria un ab surdo e n

los d emas obispos, y metropolita nos y patriarcas? En e l

Concilio d e J erusalen, modelo d e todos los concilios, San

Pedro habló y d efinió co n los clemas apó sto les, sin a legar

nuevos y sing ulares títulos, ni d ejarlos

á

sus sucesores. ¿De

dond e pues se ha tomad o el privilejio d e la confirmacion?

Porque, las palabras d e Jesucristo

co;¡firma f rat;·es tuos

quedan esp ues tas e n su verdader o sen tido.

4 1.

El Concilio Niceno no fue cO??finnado po;·el Papa.

Cua ndo lós historiadores nos han hecho sab er, que Sa n

S ilvestre no pudo concurrir, por su estrema vej ez, a.l Conci–

lio d e N icea, añade n que e nvió dos p resbíteros que hi cie–

r an s us veces,

y

á

nombre suyo suscribie ra n las actas. Al

h acer memoria uno d e ellos d e lo acaecido en dic ho Con–

cilio, á que concuL'rió como Obispo, no pone una sola pala–

bra q_ue pudier a indicar ni r emotame nte la necesidad de pe–

dir a l Papa la confi •·macion, como d ebería habe r sucedid o,

si

á

mas d 6 la rresencia del sucesor d e Pecho e n sus L ega–

d os, fuera nece aria su intel'\'enci on persona l, para d a r Jir–

meza é infa libil idad

á

lo d e finid o. E l Obispo Eusebio dice,

que todo se hizo dé comun consen timiento, se pu so por es–

crito, se _suscribió, y que el E mperador Constantino dió