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128

Cléri<Yos de su Di6cesi , verá, que la falta no consiste en que no

luyat>muchos Eclesiásticos, sin6 en

el

repartimiento

y

destino de

ellos, y en la.desigualdad de las dotaciones;

y

en este sentido se

puede con verdad decir, que los operarios son pocos , y la

mies mucha.

7 5

9

La Corte , las Capitales ,

y

los Pueblos grandes abun–

dan de Cltrigos. Los Beneficios píngues tienen inum.erables pre–

tendientes;

y

el

servicio, excepto en los curados , es como

ro–

dos saben.

7 6o

Una distribucion mas igual de las rentas beneficia!es,

y

la

renovacion de la disciplina en las residencias, evitarÍa todos esros

inconvenientes, aunque se disminuyesen las Personas Eclesiásticas.

7 6

r

Menos Cltrigos babia, quando los Cánones mandaron

numerar y titular los Beneficios , prohibiendo conferir las 6rde–

nes á quien no se confiriese cambien el drulo del Beneficio.

7 6

2

La

disrribucion igual

y

la disciplina, no solo haría B.o–

reciente al Clero

y

respet,lble, sinó que atraería

á

las Iglesias lo

necesario,

y

:mn lo abundante para

el

culto.

7 6 3

Aunque haya Constituciones Conciliares

y

Pontificias

para arreglar el número del Clero Regular, como insimía el

R. 0

1

ispo, esto no quica, que

la

proteccion, que

el

Rey debe

á la Iglesia y

á

su disciplina, promueva un asumo tan importan–

te, corno le promovieron los Srs. Reyes Car6licos, á instancia

del

Cardenal Ximenez, varon de inmortal memoria, y

el

Sr.

Fe–

lipe

II,

á represenracion de personas santas

y

doctas.

7

6

4

No puede el Fiscal dexar de persuadirse, á que la par–

te sana del Clero Secular y Regular coincide con

el

dictámen de

los Ministros del Rey en estos puntos. Si no lo creye en así am–

bos , los Cleros desconocerían sus verdaderos y sólidos intereses.

7 6 5

Un Clero moderado, laborioso y exemplar se atraerá

la veneracion de los Pueblos,

y

el

respeto que echa menos

el

R.

Obispo.

7

66

La devocion y piedad de los Fieles concurrirá á porfia

á

los Ministros del Altar con abundancia, quando se aparten los

motivos de emulacion

y

desprecio, que en las personas poco ilus–

tradas engendran las aquisiciones, la relajacion de costumbres,

y

la multitud de Personas Eclesiásticas, vulgarizándose

el

mas san–

to

y

alto ministerio que hay en la tierra.

7

6

7

Aquellos Monasterios, en que brilla la perfeccion re–

ligiosa y

b.

observancia de la vida comun, experimeman la devo–

don

y

la abundancia.

Si