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Cléri<Yos de su Di6cesi , verá, que la falta no consiste en que no
luyat>muchos Eclesiásticos, sin6 en
el
repartimiento
y
destino de
ellos, y en la.desigualdad de las dotaciones;
y
en este sentido se
puede con verdad decir, que los operarios son pocos , y la
mies mucha.
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9
La Corte , las Capitales ,
y
los Pueblos grandes abun–
dan de Cltrigos. Los Beneficios píngues tienen inum.erables pre–
tendientes;
y
el
servicio, excepto en los curados , es como
ro–
dos saben.
7 6o
Una distribucion mas igual de las rentas beneficia!es,
y
la
renovacion de la disciplina en las residencias, evitarÍa todos esros
inconvenientes, aunque se disminuyesen las Personas Eclesiásticas.
7 6
r
Menos Cltrigos babia, quando los Cánones mandaron
numerar y titular los Beneficios , prohibiendo conferir las 6rde–
nes á quien no se confiriese cambien el drulo del Beneficio.
7 6
2
La
disrribucion igual
y
la disciplina, no solo haría B.o–
reciente al Clero
y
respet,lble, sinó que atraería
á
las Iglesias lo
necesario,
y
:mn lo abundante para
el
culto.
7 6 3
Aunque haya Constituciones Conciliares
y
Pontificias
para arreglar el número del Clero Regular, como insimía el
R. 0
1
ispo, esto no quica, que
la
proteccion, que
el
Rey debe
á la Iglesia y
á
su disciplina, promueva un asumo tan importan–
te, corno le promovieron los Srs. Reyes Car6licos, á instancia
del
Cardenal Ximenez, varon de inmortal memoria, y
el
Sr.
Fe–
lipe
II,
á represenracion de personas santas
y
doctas.
7
6
4
No puede el Fiscal dexar de persuadirse, á que la par–
te sana del Clero Secular y Regular coincide con
el
dictámen de
los Ministros del Rey en estos puntos. Si no lo creye en así am–
bos , los Cleros desconocerían sus verdaderos y sólidos intereses.
7 6 5
Un Clero moderado, laborioso y exemplar se atraerá
la veneracion de los Pueblos,
y
el
respeto que echa menos
el
R.
Obispo.
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66
La devocion y piedad de los Fieles concurrirá á porfia
á
los Ministros del Altar con abundancia, quando se aparten los
motivos de emulacion
y
desprecio, que en las personas poco ilus–
tradas engendran las aquisiciones, la relajacion de costumbres,
y
la multitud de Personas Eclesiásticas, vulgarizándose
el
mas san–
to
y
alto ministerio que hay en la tierra.
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6
7
Aquellos Monasterios, en que brilla la perfeccion re–
ligiosa y
b.
observancia de la vida comun, experimeman la devo–
don
y
la abundancia.
Si