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unos pocos que permanecen fieles á su Dios. Entre

es–

tos descuella el patri 1rca Abraham, quien por su gr;¡ n fe

ha merecido el nombre de

Padre de los C?'eyetttes.

Dios

lo visita por medio de sus ángeles, le revela las más g ran–

des verdades, le promete tan numerosa descendencia co–

mo las estrellas del cielo

y

lo constituye padre de un pue–

blo nuevo, que elige para sí, al cual manda señalar por

medio de la circuncisión. Este pueblo será llarr,ado el

pueblo de Dios

y

los demás serán conocidos desde enton–

ces con el nombre de

paganos.

lii

''La .familia judía, lo mismo que la nacz'ón, ha dicho el

erudz'to Gaume, se hallaba en un estado Útle1'medz'o, entre

la deg1'adaáón pagana y la regeneración evangélica."

En

efecto: en el pueblo judío. a unque no conservó los carac–

teres primitivos de la fa milia, de

unidad

é

indisolubilidad;

pues admitió la poligamia y el repudio de la mujer, á

ejemplo de los pueblos paganos, no fué si n embargo muy

general esta costumbre. Sus matrimonios los celebraban

con gra n solemnidad

y

los padres oraban por la felicidad

de los esposos, á fin de que Dios echara sus bendiciones

sobre la nueva famili a, como lo vemos en los desposo–

rios de Isaac con Rebeca, Booz con Ruth, T obías con

Sara

y

otros muchos.

demás, el padre aunque conser–

vó siempre su autoridad sobre la mujer

y

los hij os, esta

no degeneró jamás en tiranía.

La mujer, generalmente degradada entre los infieles,

como causa de la primitiva caída del hombre, fu é objeto

de mu chas consideraciones entre los judíos; porque de

un a de ellas debía nacer el prometido Mesías, que debía

reconciliar al hombre con Dios. La madre criaba

á

sus

hijos

y

los alimentaba

á

sus propios pechos, siendo una

excepción el que se les di era nodri za, como sucedió con

Rebeca, Mifibozet

y

J

oas rey ele

J

udá, únicos ejemplares

d e que nos habla la Sagrada Escritura.

Los hij os eran mirados como fruto de bendición. por

eso ni se les exponla al abandono, ni se conoció el infan–

ticidio entre los hebreos. Desde que nacían eran el

ub–

jeto de los cuidados del padre y de la madre, se les ed u–

ca ba en los sentimientos ele la más acendrada piedad,

se les enseñaba el cultivo del campo, se les instruía en