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Los caracteres de la familia pnmitiva , norma de las
demás, eran, según
el
plan divino, antes del pecado o ri–
ginal, como lo· aseg ura un ilustre escritor contemporáneo,
la
ztntdad,
la
?·nd¿solubilidad
y
la
santidad
(Abadt. Gaume.
H ist. de la so
c.
domest.)
En efecto: el crear una sola muj er de la propia carne
del
p
·imer hombrt". y dársela
á
éste por compañera, es
una prueba evidt> nte de la
unidad,
la cual excluye por
completo la
poligamia,
que corrompe y envilece el matri–
monio
y
destruye el amor y fidelidad de los esposos : amor
y
fid elidad qu e son sus princip;lles deberes. Por lo que
decía con tanta propiedad el elocuente
iarqu és de Val–
d ega mas, en un discurso académico al tratar de e te asun–
to:
1-a p(Jl/ga1Jn'a es
el
sepulc1'0 del amor.
La
unión de los
e~ posos
en el matrimonio es
i1tdisolu–
ble
por derecho divino. Así lo asegu ró J es ucristo, _qu e es
la
E terna Ve1'dad,
cuando respondió á los fariseos que lo
ten ta ban citándole la ley de Moisés:
" ¿No lzabéis lddo
qu'! el que /tizo allzombre dt'sde el principio, varón
y
ltembra
los /uzo
y
d1j'o: por esto dejará
el
homb1-e á su pad1-e
y
á su
madre ?' se juntará á su 11.ujer
y
se1-án dos en mta car–
ne? Por consig·uie11te lo que D ios juntó el !tombre 110 debe
separar"
(
Math.
19- 4-5-6).
Por esta sentencia d el
al–
vaclor quedó condenado
el
repudio
ele la mujer, declaran–
do que sólo fué tolerado por el 1(-'gislador del pueblo de
Israel, en vista de la dureza de sus corazones. Además
de esto, la mujer había sido dad a por compañera al hom–
bre, no por tiem po limitado, sino de un modo incondi–
cional y perpetuo, de manera que no debía abandonarla
nunca, hajo ningún pretexto.
Que Dios al crear la familia se propuso algún fin, está
fu era ele toda duda;
y
este fin no fu é otro que la
santifi–
cación
de sus miembros. como lo asegura el grande A pós–
tol:
H ecest mim voluntas Dei santijicatio ves/1'a"
(
r-Thes-
4-3).
Por esto es que á nuestros primeros padres se les
comunicó la gracia santifican te
y
se g rabó en sus corazo–
nes la ley natural, para que guiado. por ella realizacen su
unión con Dios, que es el último término de las aspiracio–
nes de la criatura racional; pues para esto se le dió un en–
tendimiento para conocerle
y
una voluntad para amarle.