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distante del est;:¡do de corrupción
y
envilecimiento á que
aquella había sido reducida en el paganismo.
IV
Es notorio, señores, que cuando el hombre desconoce
sus deberes para con Dios; cuando ha perdido la idea de
su noble origen y altísimo fin ,
y
no tiene otra norma de
conducta que su propia voluntad gui;:¡da por sus. pasio–
nes; presto su intel igencia se precipit;:¡ en los más gran–
des errores y su corazón se e ntrega á la m ás depravada
corrupción.
La prueba la tenemos en los pueblos paga nos de la
antigüedad, los cuales habían perdido las nocio nes del
verdadero Dios, hasta divini za r las más innobles pasio–
nes. Su ley suprema era el
dfsjotismo
y
sensualismo;
por
eso en todos ellos se daba culto, por lo menos, á dos di–
vinidades, una
cruel
y otra
úifame,
que exigían, la una el
sac1·ijicio de san<r;re,
y la otra el
sacnficio del pudor.
El
derecho del
más
j1M1·te,
erigido en principio, tanto
e. n el Pstado como en la familia, debía dar por resultado
la opres.i6n del más débil; de aquí es que el hombre era
un
ti1·ano,
y la mujer, los hijos
y
los esclavos sus
víctimas
infelices.
Sirviéndome de la historia, como de una antorcha que
me alumbre al recorrer la tenebrosa senda por la cual
cruzó la humanidad en aquellos tiempos de doloroso re–
cuerdo, voy á hacer una rápida revista de la sociedad do–
méstica en las principales naciones paganas.
Principi'ando por los pueblos que fueron la cuna del
género humano, desde luego tocarnos con el Asia. En
ella: los hijos de
Canaan,
tantas veces malditos en los
Libros Santos, y á quienes mandó exterminar Dios por
sus abominaciones, tributaban un culto superticioso á su
Dios ll1o!och.
Este era un ídolo hueco en cuyo centro se
hallaban siete hornillos destinados á las ofrendas y á los
sacrificios: en el sétimo se quemaba un niño, el cual era
arrancado por el despotismo político del seno de la fa–
milia, siendo el padre quien lo en tregaba á la tortura.
Selden en su Historia de los dioses sirios ( r. c. 6.) ase–
gura que estos niños eran realmente quemados en el
va~
lle de
los
hijos
de
Hinnon,
cerca de
J
erusalem y que los