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L a sociedad doméstica, no sólo es la primera de las
sociedades, sino que es la principal; pues de ella nacen
como del seno ele un a madre la sociedad religiosa
y
la
civil: ella tiene la misión d e formar cristianos
y
ciuda–
d anos para la Ig lesia
y
el Estado. Si la primera se en–
carga de cuidar de los intereses espirituales de los indi–
viduos,
y
el segundo tiene por objeto la conservación del
orden, d e la vida é intereses materiales de los mismos;
así tambié n el padre d e familia debe velar por la conser–
vación, bienestar é intereses materi a les de la esposa
y
de
los hijos
y
c uidar de su educación moral
y
relig iosa. es
decir, de todo lo que se relaciona con la vida del cuerpo
y
del espíritu; de m a nera, que la suerte feliz ó desgracia–
da de la sociedad en el porvenir depende de la familia,
que es la que forma al hombre, el cual será por toda la
vida lo que fué en su niñez; pues las impresiones que se
reciben en los primeros años, quedan g rabadas en el co–
razón como en blanda cera.
En el estado de g racia original fué muy fácil á nues–
tros primeros padres cumplir sus respectivos deberes;
pero la transgresión d <:l precepto impuesto por ei_Crea–
d or, como prueba de fid elidad
y
sumisió n hacia E l, no
sólo degradó á los que lo quebrantaron, sino que esta ele–
g radación se hizo trascendental
y
extensiva á toda la hu–
manidad. A consecuencia de esta catástrofe perdió el
hombre el dominio qu e tenía sobre sus pasiones,
y
éstas
se revelaron contra él, pa ra hacerle una guerra tenaz,
continua
y
formidable. D esde entonces el hogar domés–
tico quedó despojado de su aureola de santidad
y
sus
miembros arrastrados al abismo del mal. Aún no había
pasado una generación cuando el p rimogénito de los na–
cidos, segado por la envidia, levanta la mano homicida
contra su inocente hermano,
y
queda inundado en san–
gre el primiti vo hogar.
H abié ndose multiplicado sobre la tierra los descen–
die ntes de Adán, los que permanecieron fieles á la pri–
mera tradición fu eron llam ados hijos de Dios
y
los de–
más hijos de los hombres. Entre los primeros se conser–
varon los caracteres d e la fam ilia,
y
principalmente la
1tnz'dad
é
indisolubilidad
del matrimonio, como lo vemos
en Noé
y
sus tres hijos, que e ntraron cada uno de ellos
en el Arca con su propia
y
única mujer; pero no suce·