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to. No importa, señores. Que lo sient;;¡ en nuestras obras;

y

cuando las corrientes de la salud

y

de la vida in vadan

todos sus miembros, él mismo nos preguntará el nombre

de nuestro Dios para adorarlo. Entonces. le mostrare–

mos á C risto, Hijo de Dios vivo, Pastor amante de las

almas, que permanece siempre en su Iglesia; pero no

una Iglesia esclava sino en una Iglesia li bre, con la li–

bertad que le conquistó con su sangre

(r8).

V

Y

ahora, de pie, señores, para saludar

á

L eón

XIII.

Soldados de Jesucristo, presentad las armas á vuestro

Rey.

Discípulos de J esucristo, aclamad

á

vuestro Maestro.

Hijos de Jesucristo, amad

á

vuestro Padre.

Que los gloriosos espíritus de Toribio de Mogrobejo

y de Rosa de Santa María, más veloces que el rayo, lle–

ven hasta su Trono inmortal el homenaje de veneración

y

de obediencia del primer Congreso Católico del Perú.

(18) Epístola de S. Pablo

á

los Gálaias. Cap. IV ,

v.

31.