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tud de su libertad,
y
os dice. como Juan Bautista
á
HP.–
rodes:
Nonlzút
(
r
4); como Pedro, á la Sinagoga:
Prime–
ro es obedecer
á
D z'os qu.e
á
los !tombres
(
15 );
como los Pa–
pas de todos los tiempos, á la impiedad coronada
y
or–
gullosa:
Non possumus
(
r6). Os domina
y
triunfa de vo–
sotros, como dominó Jesucristo á sus enemigos en las
horas lúgubres de su pasión
y
de su muerte.
IV
Señores representantes del Congreso Católico:
Permitidme que o,; felicite, otra vez. porque habéis ve–
tiido aquí ejerciendo vuestro d e recho
y
cumpliendo vues–
tro deber, para juntaros, en una labor común, como lo
hacen los buenos
y
los valientes, no entre tinieblas, sino
á la luz del Sol.
Trabajad, pues,
~eñores,
en la gloriosísima empresa
de restaurar el reinado social de Jesucristo, siguiendo el
ejemplo de todos los católicos d el mundo. Juntos están,
en Trento
y
en Orvieto; en Reims
y
en Londres; en Salz–
burgo
y
en D ormund (I7), para concertar sus nobles es–
fuerzos, en la gigantesca 1ucha de la hora presente. J un–
tos estamos en Lima, señores: con la frente altiva, lle–
vando en las manos la cruz de Jesucristo.
y
en el cora–
zón la imperturbable serenidad de una esperanza inven–
cible.
Miremos de frente, señores, á la sociedad contempo–
ránea.
Bajo las brillantes vestidu ras. que la cubren, hallaréis
llagas infectas que curar;
y
descubriréis también que la
atormenta,
y
le da fiebre
y
le causa delirio la aspiración,
no satisfecha, de libertad
y
de justicia. Las combinacio–
nes de
la
Ciencia, la Diplomacia
y
la Política no d eticnFn
el mal, que crece con espanto ·a rapidez. Nosotros pode–
mos sanarla, señores, si, con abnegación
y
con amor, in .
filtramos en su sangre viciada la savia vivificadora del
Evangelio. El enfermo no quiere oír hablar de Jesucris-
(H)
Evangelio de
S.
l~Iarcos,
Cap.
1V,
v.
1 .
(15) Hechos de lo Apóstoles, Cap. 1\',
v.
19.
1
16) Hechos de los Apóstole. Cap. IV, v. 20.
(17) Alude el orador
á
los principales Congresos católicos, que se
han reunido en Europa, en el pre ente año.