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inflamó Jos espíritus de Franci co de Asís, Ignacio de
Loyola, Vicente de Paúl, Damián, Lavigerie
y
otros tan–
tos, en vínculos efímeros y egoístas, estériles en lo abso–
luto para el bien, pero fecundos en su saña
y
odio á la
Religión
y
á
sus miembros.
Después de la vida oculta de la Iglesia en las catacum–
bas
y
de verterse
á
torrentes la sangre generosa de los
mártires, el gran Constantino adora la cruz que divisa
en el cielo como el lábaro de su victoria, abriendo así una
era de prosperidad para la Iglesia;
y
solamente entonces
aparecen públicamente los monjes discípulos de Antonio
Amón, Pacomio, Benito
y
otros, para esparcirse
á
mi–
llares cual laboriosas colmenas en los desiertos de las
Ardenas
y
de Jos Vosgos; en la Alemania. la Europa sep–
tentrional, en el Africa
y
el Asia Menor, llevando
á
to–
das partes el bien, la civ-ilización
y
el progreso; luchan–
do palmo á palmo con las bestias feroces, desenmara–
ñando los bosques, disecando insalubres y mortíferos
pantanos, convirtiendo en fértiles floridas y amenas pra–
deras,
y
en deliciosos jardines, los campos más agrestes
é
incultos; haciendo surgir al lado de la misteriosa y vene–
rada celdilla del solitario, preciosos templos
y
prósperas
aldeas que, convenidas en populosas ciudades, ostenta
hoy orgullosa la magnánima y culta Europa.
Ellos y los frailes fueron el refugio de la historia, las
ciencias, las letras
y
las artes durante las irrupcionP.s de
Jos bárbaros y toda la Edad Media, siendo
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precioso
vehículo entre la antigua y la moderna civilización.
Por eso ha dicho muy bien el racionalista Laurent:
"Los monjes fueron pam Europa lo que Jos zapadort-s
americanos para el nuevo mundo, con la diferencia ele
que éstos estaban alentados por el lucro, mientras los
monjes trabajaban por la salud de las almas, y sus sudo–
res refluían en utilidad de los pobres". Y el protestante
1arsham: "Sin Jos monjes seríamos, á la verdad, en la
historia patria, siempre niños".
Cuando los errores de los albigenses afligieron á la
Iglesia, aparecen Jos domínicos y franciscanos para ser
modelos de sabiduría, de virtud, de mode tia, de abne–
gaci.<Í>n~
para regentar las célebres universidades de París,
Bolonia, Padua, Alcalá, Oxford
y
Salamanca; para pro–
ducir al sublime
cotto; al águila de las ciencia ; al in-
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